Lo quiero inteligente y divertido, de sonrisa hermosa y mirada honesta. Que me vea con esos ojos que dicen todo al parpadear, al moverse rápidamente para reconocer e interpretarlo todo. Unos ojos de pestañas caídas, como de perro triste: largas, puntiagudas.
De espíritu creativo y mucha determinación para hacer las cosas. Con barba recortada o desaliñada, no importa, pero tupida, rasposa. Habrá de oler rico, fresco siempre.
Y si tiene mal aliento al amanecer, tendrá que ser maniaco de lavarse los dientes apenas abra los ojos, nada más para despertarme con un apasionado beso sabor a menta.
Si escribe, está bien, pero si pinta lienzos de colores o invade mis oídos con las notas más sensuales, mejor. Quiero uno de esos que llaman leidos, así, sin acento. Porque hacerse conversación uno mismo cuando se tiene a otro de frente, sin argumentos ni dudas, o peor aún, con palabras que nunca llegan a ser argumentos y, dudas que parecen interrogatorio, resulta igual que hablar ante el espejo. Los filósofos y psicólogos me van bien, aunque de esos ya he tenido suficiente.
No importa si es gordo o flaco, si le encanta vestir fashion o prefiere lo hippie-chic. Tampoco si le encanta el pop, el rock, la vernácula o la electrónica; si vive en la zona más alta o lo más baja. Bastará una sensualidad estridente, una alegría marcada que lo haga mostrarse auténtico, feliz.
Quiero no poder hablar cuando su corazón lata junto al mío, frenético de emociones, palpitante de amor. Gritarle versos de placer, perderme en la algarabía de nuestra cama sin alejarme un momento con el pensamiento, al ritmo de muchos “te amo” que nos lleven al orgasmo más rápido, más seguido.
Y mejor que hable y así diga todo: los colores, olores, sabores, formas, pensamientos, reflexiones, amarguras, molestias, alegrías. Así, sin pelos en la lengua, con desparpajo y necesidad. Que sea harto hilarante, sarcástico, irónico. Muy práctico, audaz.
Quiero que me tome por sorpresa, con una voz grave, aguardentosa si se puede. Escucharlo decirme las cosas más dulces, más románticas: “Estos son mis sueños, los que dan sentido a mi vida. Y ninguno de ellos significa algo sin ti, cásate conmigo”. ¿Es mucho pedir? Y no, no quiero a alguien como yo, Dios me libre de tal infamia. ¡Que sea mejor, mucho mejor!
Margarita que has escrito,yo no le escribiria asi a israel ,es un persona singular con su forma de escribir, de ser,pero que te paso te di su blog pero no era para que dijeras esa palabra. Israel quizas te haya incomodado que te lo diga en ese termino.Disculpa
Victoria: ¡ ¿Cómo adivinaste? ¡
GAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
P-O-B-R-E-C-I-T-O. Ese hombre es mio, tiene nombre y apellido, Jhair Osorio de Mora. Ycomo dijera la “Pau” :
ESE HOMBRE ES MIO…
(esperate a conocer un cantabres para que te vuelvas loco, ya esta por ahí buscandote,tu confia en mi clariviencia).
A lo mejor me equivoco de provincia, pero de que anda en tu busqueda, eso ni lo dudes. Tu sólo piensalo y desealo con fervor guadalupano. Cuando se encuentren por el orden natural de las cosas me platicas y luego me invitan a la boda.
Gracias, Ramón. Qué gusto leerte. Te mando un abrazo fuertote. Te agradezco la solidaridad, pero reconozco que, en efecto, soy muy cursi. Pero me gusta, ni hablar. jaja
Nada cursi: Incitante. La vida es un sueño, y los sueños, sueños son. Gracias Israel, por compartir tus sueños de manera tan hermosa. Te mando un abrazo.
Jeje.
Ay miren como son!
ja ja ja! si, cursi, pero con sentimiento…
Isra, eres lindo mi amor y vale la pena esperar…aunque el aliento mañanero, es inevitable…:-D…
saludos!
jajajaja ¡¡¡
Ta usté bueno pa guionista de televisa! Cuánta cursilería, jojojo
hola, pues no tenías que buscar mucho mijo… pero yo jamas tengo mal aliento en las mañanas…
chaaa ¡¡ quieres todo ¡¡
Quien pudiese como tu deposita rlos sueños y las ilusiones con tal maestria y encanto, con esa sensibilidad tan tuya y esa franqueza tambien tan particular en ti. Muy bonito sueño Isra de corazón deseo que pronto se te cumpla un abrazote papá.
OOOObvio es mucho.. y luego nos preguntamos que por que estamos solos???.. jajaja
Pues sí, es mucho pedir. Pero ¿por qué conformarse con menos? Como decían los franceses en el 68: “Seamos realistas: exijamos lo imposible”. Un abrazo.