☝🏼El HECHO ÚNICO en CUENTOS famosos

Hace tiempo uno de mis alumnos, intentando comprender el concepto de hecho único en el cuento, me preguntó cuál era el hecho único en algunos cuentos famosos. Su pregunta me inspiró y me di a la tarea de releer algunos de los cuentos más importantes de la historia del género, así como algunos cuentos escritos por autores y autoras contemporáneos, cuya calidad y excelencia me animó a trabajar con ellos. Si tú tampoco has comprendido a qué se refieren los teóricos cuando hablan del hecho único, aquí te traigo, peladito y a la boca, el hecho único de doce grandes cuentos.

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El criterio con el que elegí los doce cuentos de los que hablaré a continuación ha sido básicamente mi gusto personal y la relevancia que el texto ha tenido en la historia del género. Muchos de estos cuentos se utilizan de manera recurrente en espacios de formación en materia de creación literaria. Quizá hayas leído uno, varios o incluso todos. Si no, te recomiendo muy encarecidamente que lo hagas, de lo contrario, la eficacia de mis anotaciones no te resultarán tan útiles. 

¡Alerta de spoiler! Mis notas sobre el hecho único destripan estos cuentos y no dejo apenas nada en el plato. De ahí que insista en lo necesario que es la lectura de todos ellos, preferentemente por anticipado. Son cuentos deleitosos que merece mucho la pena leer, ya que te encuentras en una etapa formativa y buscas comprender un concepto importante.

Hechas ya las advertencias, estos son los hechos únicos en doce de los mejores cuentos que yo he leído y que un montón de escritores y escritoras consideran también obras maestras de la cuentística.

Aprovecho para recodarte un detalle que quizá no sepas: cuando escribas el título de un cuento, este debe ir entre comillas inglesas porque forma parte de un conjunto, de un libro, cuyo título se escribe en cursivas, como cualquier título de obra. Solo cuando uno hace referencia a un cuento suelto, como es el caso de todos los cuentos que citaré a continuación, se escribe el título del cuento entre comillas inglesas. ¿De acuerdo?

Bueno, pues, vamos con el

1 “Corazón delator”, de Edgar Allan Poe

Este podría ser perfectamente el cuento más comentado y leído en talleres de escritura en toda la historia. Aunque no es mi favorito de Poe, no podía sino encabezar la lista. Te recomiendo la colección de cuentos completos, traducida por Julio Cortázar y publicada en Páginas de Espuma.

El hecho único: Un hombre asfixia a un viejo al que, supuestamente, quiere mucho. Por la única y aparente razón de que el viejo tiene un ojo ciego (velado por lo que quizá sea una catarata) que le perturba. Crea un argumento a través del que intenta convencer a dos policías de que no está loco, policías que acudieron a revisar un posible incidente la misma noche del asesinato, luego de que un vecino alertara sobre un grito ahogado. 

2 “El almohadón de plumas”, de Horacio Quiroga

Quiroga se reconocía a sí mismo como discípulo de Poe, este cuento le hizo ganar un montón de lectores y, cuando se habla de Quiroga, es difícil no recordar esta historia. En mi opinión es ese tipo de cuento en el que se puede apreciar cómo, a veces, el discípulo supera al maestro. Puedes encontrar los cuentos de Quiroga en cualquier parte, incluso gratis porque su obra es de dominio público.

El hecho único: Alicia muere, durante una agónica decaída que dura apenas unos días y que los médicos no saben explicar. Hasta que, después de su muerte, su marido Jordán y la sirvienta descubren que un ácaro chupasangre, que se escondía en la almohada de Alicia, fue el causante de la tragedia. 

3 “El rastro de tu sangre en la nieve”, de Gabriel García Márquez

Forma parte del hermoso conjunto Doce cuentos peregrinos. Este libro, que sin duda está entre mis favoritos, es una brutal demostración de la enorme maestría que García Márquez poseía sobre el género. Siempre moderno, es difícil que algo escrito por este hombre no deleite.

El hecho único: Nena Daconte se pincha un dedo con un ramo de rosas, durante una visita a los embajadores de Colombia en Madrid. Se desangra camino a París, mientras su marido, Billy Sánchez de Ávila, conduce enajenado el automóvil que le dio su padre como regalo de bodas. Nena y Billy llevan casados tres meses. Nena muere desagradada sin que su marido lo sepa, porque es burgués inútil e inmaduro, al que sus padres tienen comprado y quienes en realidad no se interesan mucho en él. 

4 “La dama del perrito”, de Antón Chéjov

Para mí Chéjov es el más grande cuentista que ha parido la historia de la literatura. Quizá exagero… O quizá no, en cualquier caso, este es probablemente su relato más famoso y, en mi opinión, no es de los más destacables. Yo aprendí mucho sobre el cuento leyendo a Chéjov, de modo que te invito a hurgar más allá de este cuento. Lo traigo aquí porque es tan hipermegafamoso que sería tonto no hacerlo.

El hecho único: Anna Serguéievna (la dama del perrito) y Dimitri Dmítrich Gúrov se enamoran después de conocerse durante un verano en Yalta. Ambos son casados, así que su relación se convierte en el idilio de dos adúlteros desgraciados. 

5 “El nadador”, de John Cheever

La tradición cuentística norteamericana del siglo XX es esencialmente chejoviana. Cheever no es la excepción a la norma. Este es un relato magnífico, también el que más se menta en cualquier círculo literario, pero no por ello menos estupendo. Encontrarás sus cuentos completos publicados por Literatura Random House.

El hecho único: Neddy Merrill despierta una tarde de domingo veraniego en la casa de los Westerhazy, después de una fiesta que comenzó la noche anterior. Hace unos largos en la piscina y allí, animado y brioso, decide que nadará hasta su casa a través de las piscinas de todos sus vecinos, a través de lo que se le ocurre llamar el río Lucinda, en honor a su mujer. ¡Y lo hace!

6 “El viejo en el puente”, de Ernest Hemingway

Grande entre los grandes de Norteamérica, Hemingway es un cuentista con C mayúscula. Puede que sus temas y sus intereses no te resulten tan estimulantes, puede que incluso, si no lo lees recordando que su obra fue creada durante la primera mitad del siglo XX y destacó durante la segunda mitad del mismo siglo, te resulte hasta anacrónico. Pero a nivel formal es un monstruo. Encontrarás sus cuentos completos editados por Anagrama.

El hecho único: Un hombre que vivía solo en el campo y cuidaba de algunos animales se ve obligado a dejar su hogar por el avance de la artillería fascista de la guerra civil española. Se encuentra con un soldado mientras cruza un puente, no sin esfuerzos. Le preocupa el destino de la mayoría de sus animales, que eran toda su vida. Sabe que el gato sobrevivirá, el soldado le invita a creer que el resto de los animales tendrá igual suerte. Pero el hombre no lo cree y, cansado, se deja caer sobre la tierra, vencido y triste. 

7 “Aquí empieza nuestra historia”, de Tobias Wolff

A Wolff, como a muchos y muchos autores de su generación, le pasa que se nota un montón cuánto admiró a Chéjov, pero eso nunca será un defecto en un cuentista. Su prosa es precisa, afilada, directa. Encontrarás este cuento en el libro De regreso al mundo, publicado por Alfaguara.

El hecho único: Charlie sale del trabajo (es camarero en un restaurante de San Francisco) y se detiene a beber un café en un bar italiano que Jack Kerohuac mencionó alguna vez. En el bar, Charlie escucha la historia de un filipino al que un sacerdote lleva a San Francisco y que se enamora locamente de una mujer a la que acosa. La historia del filipino parece terminar, pero termina otra cosa: la relación entre dos de las tres personas que, sentadas en la mesa contigua, contaban y escuchaban dicha historia. Charlie sale del bar para volver a casa, después de que los tres de la historia del filipino salieran también, posiblemente enfadados, despechados y apenados. 

8 “La casa Tellier”, de Guy de Maupassant

En mi opinión, el cuentista francés por excelencia. Su obra es del siglo XIX y, aunque está muy inspirada en la Europa decimonónica, no pierde un ápice de relevancia. Es elegante, gracioso, irónico. A veces algo clásico y complaciente con el lector, pero es buenísimo. Como su obra es de dominio público, encontrarás este cuento en montones de antologías o colecciones de su propia obra.

El hecho único: Madame Tellier, proxeneta de cinco mujeres que atienden a prácticamente todos los hombres del pueblo en el que viven, cierra tres días el burdel para ir a la comunión de su sobrina. Se lleva a todo el burdel con ella, para evitar que el gallinero se vuelva loco durante su ausencia y, durante el viaje, comprueba que es verdaderamente feliz con sus chicas, a las que también hace felices. Para ella la verdadera fiesta está en sus rutinas de burdel. Constata que la presencia de su comitiva, allí donde estén, trae dicha, gozo y felicidad a la gente, aunque no sea precisamente ejerciendo la prostitución, sin embargo, el ejercicio del oficio es para ella un verdadero motivo de plenitud. 

9 “Carnet de baile”, de Roberto Bolaño

Sin duda uno de los cuentistas modernos y contemporáneos más interesantes de finales de siglo XX, con gran influencia entre los autores del presente. Está entre mis hits y puede que también esté entre los tuyos cuando te des la oportunidad de conocerlo. Es rabiosamente fresco e innovador. Escribió pensando en el siglo XXI. Sus cuentos completos están publicados en Alfaguara, Anagrama y Vintage Español. Mi colección favorita es esta última.

El hecho único: Bolaño cuenta su relación con Pablo Neurda y la poesía, chilena en particular y latinoamericana en general, partiendo del recuerdo que le produce tener una edición de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que pertenecía a su madre. Cuenta diversos momentos de su vida en Chile, México y España, siempre con relación a la poesía, según la relevancia que esos acontecimientos de su vida le permiten exponer su visión sobre la poesía (chilena).

10 “Perdiendo velocidad”, de Samantha Shweblin

Hablamos de la que es, en mi opinión, la más grande cuentista de nuestros tiempos. Su trabajo ha conseguido repercusión no solo en el mercado iberoamericano, también en el norteamericano. Tuve la enorme fortuna de ser su alumno y quedarme boquiabierto con su elocuencia y su forma tan refrescante y particular para entender el cuento. Es mi cuentista favorita. Encontrarás este cuento en el libro Pájaros en la boca y otros cuentos, editado por Literatura Random House. Aunque también te recomiendo mucho Siete casas vacías, publicado en Páginas de Espuma.

El hecho único: Tego muere durante el desayuno, quizá de algo parecido a un infarto. 

La verdad sobre la muerte de Tego queda en duda porque su compañero circense, el que encendía la mecha para que Tego saliera disparado de un cañón, en los años en que trabajaron juntos en el circo, de pronto consigue la atención de la prensa tras el fallecimiento de su colega. ¿Lo ha provocado él para sentirse nuevamente admirado?

11 “La mujer parecida a mí”, de Felisberto Hernández

Este uruguayo estaba loquísimo. Sus cuentos son tremendamente seductores. Su tradición está, quizá, más cercana a la de Edgar Allan Poe, aunque no puedo asegurarlo con certeza porque aún sigo descubriendo su obra y no la domino tanto. Pero todo el mundo lo recomienda, cuando no lo tiene por cuentista de cabecera y gran referente. Alfaguara publicó toda su obra.

El hecho único: Un hombre sueña que es un caballo, y que siendo caballo en su sueño escapa de su dueño, que lo maltrata. Así llega hasta la granja de una maestra, casadera, que lo adopta y desea conversarlo. Pero el dueño del caballo lo encuentra un día y obliga a la maestra (y a su hijo Alejandro) a devolver al caballo. De camino a su antiguo hogar, atormentado por el dueño vil, el caballo decide emanciparse y mata al dueño a la orilla de un río; vuelve a la granja de la maestra, queriendo que le acoja, pero se encuentra que la maestra discute con su novio sobre el precio que ha de pagar para conservar al caballo. Y dicho precio no les permitirá casarse como tienen planeado, esto lleva al caballo a irse de allí, como se ha ido de muchos otros dueños. El hombre que soñaba todo esto, consciente de que era un caballo en el sueño, lamenta que siendo un caballo no pueda llevarse un retrato que le hicieron a la maestra y a él juntos, un retrato que evidenciaba lo muy parecidos que eran. 

12 “Bolsas”, de Raymond Carver

Puede que Carver sea uno de mis cuentistas norteamericanos favoritos. Aunque no sé si está por encima o por debajo de Lorrie Moore. En fin. Después de Chéjov, Carver. Punto. Todos los demás norteamericanos, en mi opinión, dan tumbos en torno a estos dos autores. Igual me gano el desprecio de los sibaritas de la narrativa breve, pero al fin de cuentas este es mi canal y puedo decir lo que pienso y quedarme tan ancho. Todos los cuentos de Raymond Carver fueron publicados por Anagrama.

El hecho único: Un vendedor de libros decide visitar a su padre, tras el divorcio que este vivió con su madre. El padre le da por adelantado bolsas con chuches para sus nietos. Van a un bar y allí el padre le confiesa al hijo cómo y con quién le fue infiel a su madre, razón por la que se divorciaron. Está arrepentido y parece necesitar el perdón de su hijo, pero el hijo no lo deja terminar su historia y vuelve al aeropuerto para regresar a su casa y dejar atrás a su padre. Olvida las bolsas de caramelos que eran para los nietos, pero el hijo cree que los nietos no necesitan chuches y mucho menos a un año vista de aquello. 

Conclusión

Como tienes una disciplina férrea y te has leído ya todos estos cuentos, te habrás dado cuenta de que el hecho único en todos y cada uno de ellos funciona como una especie de contenedor o marco, dentro del que todos los elementos compositivos se acomodan estratégicamente. Permite al cuentista entender cuáles son los límites o las fronteras que habrá de respetar, en términos dramáticos, a la hora de tejer el conjunto de acciones que compondrán el relato total.

Obviamente, cuando se habla de hecho único, no quiere decir que un cuento tenga sólo un hecho o una sola acción. Cualquier historia es una concatenación sucesiva de hechos. Julio Cortázar se refería al hecho único como la esfericidad del cuento. Todo lo que en él se halle, habrá de estar dentro de la esfera, aunque a veces la historia se expanda más allá de las fronteras, el cuentista ha de componer su obra dentro de unos límites; y ser lo suficientemente astuto como para sugerir, sin ser explícito, aquella parte de la historia que rebasó las fronteras. Lo que Hemingway llamaría la parte del iceberg que está bajo la superficie.

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