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Escribir es un empeño. Quiero decir, si te importa la literatura, tanto como para desear crearla, necesitarás ponerle empeño, sobre todo al comienzo, cuando no sabes ni la o por lo redondo, pero ardes en deseos por escribir cuentos, poemas, novelas, etc. Sé que te interesa saberlo todo sobre la creación literaria, pero hoy vengo a recordarte cómo no escribir. O en otras palabras, lo que debes evitar si lo que quieres hacer es escribir como todo un pro.
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He seleccionado once errores comunes entre mis alumnos. Esta serie de errores son repetidos una y otra vez por la inmensa mayoría de gente que ha pasado por mi aula, de ahí que me parezca tan importante compartirlos contigo.
Te parecerán obviedades, pero no lo son. Seguramente has cometido o estás cometiendo alguno de estos errores típicos. Para que dejes de meter la pata, aquí te va la lista de lo que no debes hacer al proponerte escribir y, de hecho, hacerlo:
Pensando en publicar
Esto es como el que piensa en qué se va a gastar el dinero que ganará en la lotería y ni siquiera se ha comprado un billete. ¿No dices que lo que te importa es la literatura? ¿Qué haces pensando en el dinero o el reconocimiento público?
Lo primero que me enseñaron mis maestros cuando yo empecé fue justamente esto. Olvídate de publicar, al menos, durante un tiempo prudente que va a ser más bien largo. Tus primeros años de escritura serán años de formación, de asimilación del oficio, de prueba y error, de acercamiento. Necesitas ponerte a prueba y entender los gajes del oficio, estudiar la teoría y la técnica, ponerlas en práctica, cagarla, recomponerte y volverlo a intentar. Necesitarás ayuda, consejo, guía. Es una etapa bonita. Pero nada tiene que ver con la publicación. No, al menos, con la publicación tradicional.
Quizá llegues a escribir un buen texto durante tus primeros años formativos y alguna revista literaria le haga eco. Yo, por ejemplo, suelo publicar los mejores textos escritos por mis alumnos. Es una forma de reconocer sus esfuerzos y de poner a prueba su resistencia ante la crítica más allá del aula, pero la publicación nunca habrá de estar entre tus prioridades, ni siquiera cuando consigas escribir como todo un profesional.
La publicación es un premio, el final de todo un largo camino, el momento en que sueltas del todo ese proyecto en el que has invertido días, meses o años de tu existencia, para dar paso al siguiente. Y cuando la obra es buena, no tendrás que esforzarte demasiado en encontrarle salida. Pero al comienzo, nada de dejarse llevar por ensoñaciones absurdas sobre la fama, y mucho menos la fortuna, lo que me lleva al siguiente punto.
Pensando que vas a ganar dinero
¿Sabes cuánto gana un autor novel por cada copia vendida en la industria editorial tradicional? Entre un ocho y un diez por ciento del precio total del libro. Es decir, si el libro cuesta diez euros, tú ganarás uno. ¿Sabes cuántos libros tendrías que vender para ganar el salario mínimo interprofesional en España? Al menos mil libros en un solo mes. Y si esperas que ese libro te dé una vida digna (comida, techo, vestido, etc.), tendrías que vender mil libros al mes, durante un año entero.
Si consiguieras eso significaría que eres un puto crack. Que tu obra es maravillosa y que puedes olvidarte de todo y centrarte en la escritura del siguiente libro. O quizá puedes incluso olvidarte de la escritura por completo y sentarte a recibir un cheque mensual durante el resto de tu vida. Un libro que en un año consiga esa exposición y ese número de ventas tiene todas las papeletas de convertirse en un libro mejor vendido al año siguiente.
Eso es posible, si no lo fuera nadie se dedicaría a escribir y la industria editorial no existiría. Si nos pusiéramos a hablar de números, las cifras que te acabo de compartir son ridículas para los autores y autoras que más venden. Pero… hay factores muy importantes cuando se trata de ganar dinero con la literatura: el tiempo, la suerte y tu grado de repercusión mediática.
Seamos honestos, eres un novato, nadie te conoce y lo más probable es que aún no desarrolles todo tu potencial literario. ¿Para qué malgastas tu tiempo y energía en pensar que al escribir vas a ganar dinero? Quizá lo hagas, pero la cruda realidad es que lo más probable es que no. Y no pasa nada. Lo que deberías plantearte es: ¿para qué escribes?, ¿por qué te empeñas en realizar esta tarea que no te asegura una retribución económica como lo harían otras? Si consigues responder a esa pregunta, quizá te puedas relajar y centrarte en lo que importa de verdad: escribir.
Creyendo que lo vas a conseguir sin haber leído suficiente
A escribir se aprende escribiendo, pero sin referentes no vas a llegar lejos. A veces, lo peor que pueden hacer mis alumnos es ponerse a leer cuando lo que quieren es escribir, pero eso solo es un problema cuando han descubierto los placeres de la lectura y se esconden detrás del ella para no lidiar con los gajes del oficio creador.
Hay dos vías a través de las cuales un escritor se forma: la primera es la lectura y la segunda la escritura. En ese orden. ¿A dónde vas sin haber leído? Puede que tengas sensibilidad, puede que se te dé bien juntar palabras, pero necesitas perspectiva, cultura literaria, ejemplos. Sin ellos no tendrás ningún tipo de parámetro o rasero. No se trata de que tengas que asfixiarte diciéndote a ti mismo que si no consigues la calidad literaria de Chéjov, no sirves para nada. Pero créeme cuando te digo que haber leído a Chéjov te hará mejor escritor.
Asumiendo que la ortografía, la sintaxis y la gramática te las va a corregir otro
Los correctores de estilo y orto-tipográficos que trabajan en las editoriales no son tus nanas. No se dedican a limpiarte las babas ni a cambiarte los pañales. Entregar un manuscrito en el que no te has ocupado de la ortografía, la gramática y la sintaxis es como esperar que la persona a la que se lo das a leer te cambie el calzón lleno de caca que acabas de ensuciar. ¿Por qué harías algo así, si ya no eres un bebé? Un adulto, para empezar, ya no se caga en los calzones. Creo que he sido lo suficientemente claro. ¿Verdad?
No escribas pasando tres pueblos de tus mierdas.
Haciendo caso de las tendencias
Las historias de magos, fantasmas, vampiros, hombres lobo, estrellas de rock, adolescentes que se convierten en princesas o mujeres reprimidas que se atreven a probar el sexo fuerte, son historias que otros tuvieron que escribir en su momento y que, gracias a lo buenas que fueron, se pusieron de moda y se convirtieron en tendencia. Pero ¿te has dado cuenta de cuánto duran las tendencias hoy en día? Basta con que te asomes a Twitter a las once de la mañana y luego lo hagas a las once de la noche. Y muchas de las tendencias son auténticas estupideces que así como estuvieron en la cresta de la ola, pasan al olvido de la noche a la mañana.
Los escritores no siguen las tendencias, las crean. Para ello, más que elegir uno de los cientos de temas que están de moda en el discurso social, lo que debes hacer es profundizar en tu propio discurso. Lo que me lleva al siguiente punto.
Olvidándote de quién eres y de lo que en verdad te importa
La inmensa mayoría de las veces, mis alumnos primerizos se proponen escribir sobre asuntos que en realidad no les implican, importan o afectan en absoluto y que, por tanto, desconocen en profundidad. Lo que saben sobre ellos se queda en la superficie. Y la literatura que solo se queda en la superficie es aburrida e intrascendente.
Esto nos pasa a todos al comienzo. A mí, por ejemplo, me pasó hace más de diez años. Me puse a escribir unos cuentos bien cerdos, basados en la obra del Marqués de Sade. Si tienes curiosidad puedes encontrar el libro en la Google Play Store, se lama Pasiones simples. El cuento se titula “…del cuarto del padre Román”, te lo cuento para que veas que nadie se escapa de este fenómeno, y porque no tengo problema en reconocer que yo también he crecido y madurado como autor. Lo sigo haciendo hoy en día, es algo que nunca se deja de hacer.
El cuento es una suerte de denuncia sobre la frialdad y la crueldad con que algunos sacerdotes de la Iglesia católica abusan de su poder y autoridad, transgrediendo la inocencia y cometiendo crímenes atroces como la pederastia. No considero que sea un mal cuento. Pero sin duda aborda una realidad que no me implica directamente y cuyo grado de conocimiento, en aquel entonces, era mínimo. No me arrepiento de haberlo escrito, pero sí considero que ese cuento, en particular, es uno de los cuentos que menos me representa como autor. No hace eco de mi personalidad creativa o de mis verdaderos intereses.
Si esto te ha pasado o te está pasando, te conviene acercarte a ti mismo y no olvidarte de quién eres y de lo que verdaderamente te importa. Elige bien tus temas.
Esperando que el resultado sea perfecto
No quieres ser escritor. Lo que quieres es que te aplaudan. La perfección es muy difícil de alcanzar. No es imposible, pero no tiene caso que la busques si eres un novato. Lo que ahora necesitas es darte la oportunidad de fracasar. Escribe sin exigirte más de lo que en estos momentos de tu vida puedes dar, en función de tu grado de conocimientos y práctica. Sé coherente y no te ahorques tú solo con exigencias absurdas.
Creyendo que debes empezar por el principio
A escribir se empieza por donde se puede. A menudo se confunde el buen principio de la obra con el principio de la historia. Si quieres escribir, no te aferres a empezar por el principio y mucho menos te obsesiones con la idea de que ese principio tiene que ser brutalmente atractivo.
Arráncate a escribir por donde sea. Tarde o temprano encontrarás el orden a lo que escribes.
Censurándote
La peor de las censuras no es la que viene de fuera, sino la que te impones tú mismo. Mis alumnos suelen pensar en la reacción de sus seres queridos, de su familia, amigos, etc. Se anticipan a lo que los lectores pensarán o dirán cuando lean la obra, cuando ni siquiera la han escrito.
Mientras escribes olvídate del mundo. No es que estés escribiendo para ti. Debes tener en cuenta que te leerán, para que no dejes de ocuparte de la calidad del texto, pero no debes angustiarte y limitarte pensando en los demás.
La creación literaria, como cualquier otra forma de expresión artística, es un territorio de libertad absoluta. Deberías poder expresarte libremente y no autocensurarte. Deja que las palabras fluyan al principio. Ya llegará el momento de revisar y evaluar si hay algo que conviene modificar o eliminar, pero no te pongas el pie, tú solito desde el principio.
Creyendo que serás absolutamente original
Nadie es original en los tiempos que corren. Aunque siempre hay cierto margen para la innovación. Lo que hace siglos podía ser considerado una invención absolutamente original, hoy es casi imposible. La humanidad ha escrito demasiado tan solo durante el siglo XX. Si crees que estás escribiendo una obra revolucionaria porque nadie nunca ha escrito algo como lo tuyo, lo más probable es que vivas engañado en tu propia burbuja de fantasía.
La ambición no es mala. Un escritor que espera trascender busca la originalidad, pero hoy, la originalidad se encuentra en los márgenes de todo: de las formas, del modo en que eres capaz de interpretar la realidad, pero sobre todo de la mezcla que seas capaz de hacer de todo eso. Se ha producido tanto a lo largo de la historia de la humanidad, que es muy, pero que muy difícil aspirar a escribir sobre algo que no se haya escrito ya. Pero siempre se puede hallar una perspectiva renovada. La ventaja del escritor, del artista en general, es que es hijo de su propio tiempo. Y que todo lo escrito fue escrito en el pasado. No quites un pie del presente y observado con sigilo. Eso te acercará a los márgenes de la originalidad, siempre que no te olvides de quién eres, de cuál es la forma particular que tienes de interpretar el mundo y de qué asuntos son los que de verdad te importan.
Esperando que todo salga exactamente como lo planeaste
Los planes son útiles, hasta que sucede algo que te obliga a abandonarlos y buscar una alternativa.
A mí, por ejemplo, me pasó, escribiendo mi última novela —aún inédita y a la espera de encontrar salida editorial (te avisaré en cuanto sepa algo al respecto)—, que la planifiqué bastante, básicamente porque me propuse escribir una historia que era harto compleja. Unía un montón de líneas dramáticas, tenía un montón de personajes y había elegido una técnica narrativa que me restringía mucho. Tenía que ponerme creativo. Me pasó, pues, que había decidido prácticamente todo lo que debía suceder a mi protagonista, hasta que llegué un poco más allá del clímax dramático y descubrí que, según su perfil psicológico y sus circunstancias de vida, le convenía mucho no tener algo que en principio había decidido que tuviera. No te digo el qué para no hacerte spoiler. Y así, sin haberlo planeado, le cambié la vida a mi protagonista en un parpadeo. No estaba entre mis planes, pero los planes no siempre son mejores que las ideas que surgen sobre la marcha. Hay que saber equilibrarse entre los unos y las otras.
Conclusión
Como dije al comienzo, escribir es un empeño. Ya que te vas a empeñar en escribir, procura hacerlo sin caer en esta serie de errores comunes y déjate fluir. Y si te sientes atascado con alguno de ellos y no sabes cómo resolverlo, te espero en clase. Mi curso de iniciación o mi Coaching literario podrían ser vías estupendas para encaminarte.
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