Vivir el presente es algo que todos hacemos, pero muy pocos somos conscientes de la realidad. Cuando nos encontramos ante una situación adversa o emocionalmente intensa somos conscientes del aquí y el ahora, de nuestro presente.
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¿Has terminado la escritura de tu ejercicio? Ahora estás listo para enfrentarte a la revisión y corrección de tu ejercicio, tal como hacen los escritores profesionales. ¡Adelante!
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Recuerda una ocasión en la que realmente hayas vivido y sentido el momento. ¿Se te vienen a la memoria todas esas emociones y su intensidad? Quizá experimentaste una gran ilusión, una enorme satisfacción, un gran alivio, una felicidad brutal que te llevó al llanto, un miedo feroz que te erizó la piel, una desilusión arrolladora, un amor enloquecido o un deseo absolutamente incontrolable. ¿Recuerdas lo que hiciste al sentir aquellas emociones intensas? ¿Cómo reaccionaste? ¿Cuánto tiempo te duró? ¿Cómo condicionó tu conducta durante el tiempo que las experimentaste?
Imagina, por ejemplo, que un día te despiertas y ya no eres capaz de experimentar la vida de otro modo, aunque quieras. A partir de esa mañana solo eres capaz de experimentarlo todo a través de la misma exacta emoción. ¿Cómo se transformaría tu día al vivirlo todo a través de esa emoción intensa y a flor de piel? Ponte en modo intensa las veinticuatro horas del día.
Esta premisa se presta para escribir una comedia, pero puedes elegir el subgénero literario que más se te antoje. Lo que te propongo hacer no responde a la conducta real y normal de las personas, nadie se mantiene anclado a una misma emoción durante tanto tiempo. Esa es precisamente la gracia del planteamiento. El reto es mantener el tono sin decaer, que no se te olvide, que de repente se te arrancó la habilidad de sentir de otro modo. Concentra toda tu atención en esa única emoción y aplícasela a la experiencia ficticia durante el transcurso de una aventura.
Y ya está, cuando termines de escribir tu práctica nos vemos en sesión para darle una revisión profesional.
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