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¿Qué es en realidad el bloqueo? Es como una pared que no se puede atravesar. ¿De qué zona proviene? Generalmente, es el producto de cuestiones del inconsciente; la consciencia funciona en este caso como un carcelero, activar la creatividad favorece la liberación. Bloqueo y abandono van ligados. Las situaciones conflictivas vinculadas a los afectos, afectan. El que se bloquea, suele tener una profunda desconfianza en su capacidad… Superarlo es un acto de felicidad porque implica un reencuentro con la libertad interior. ¿Quieres saber cómo puedes acabar con el bloqueo creativo?
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El bloqueo puede ser miedo, represión. Es una resistencia. La resistencia puede manifestarse como una distracción, un cansancio súbito, deseos de dormir, dolor de cabeza o cualquier otro síntoma físico. En cualquier caso, es un mecanismo para escapar. Y surgen las variadas excusas para no escribir a la vez que te afectan las culpas por no respetar el deseo.
Los bloqueos suelen vincularse a la autovaloración negativa y a la exigencia. Algunas de sus causas son: que eres perfeccionista, que te autocriticas en exceso, que quieres abarcarlo todo y te desborda el asunto o, sencillamente, te sientes falto de reconocimiento y tienes bajita la autoestima. Así pues, los bloqueos te hacen sentir frustrado porque la danza de los receptores se agazapan en los pliegues de tu cerebro.
Si descubres por qué te bloqueas a la hora de escribir, podrás desarticular las trabas. Me voy a basar en las ideas que expone Silvia Adela Kohan en el ensayo La escritura terapéutica, claves para escribir la vida y la creación literaria. Intercalaré algunos supuestos de casos en los que te podrías encontrar con tareas que puedes realizar para resolver tu bloqueo.
No encuentro el momento
Hablas del tiempo externo, pero acaso no te permites un tiempo interno para escribir, ese tiempo al que se refiere Juan José Arreola: «Hace mucho y no sin melancolía, confesé mi falta de tiempo para dedicarme a escribir. Claro que no me refería a las “horas hábiles” en el común sentido de la expresión, porque esas las tengo de sobra, como todo el mundo, sino que quise aludir a ese tiempo interno y secreto en que suena la hora de la verdad y se traduce en palabras eternas […] no me interesa lo que puedo, sino lo que no puedo escribir». Donde hay que instalarse es en un espacio y un tiempo interior.
El secreto está en programar unos minutos a cierta hora del día y apuntarlo en la agenda como una actividad más de las que te ocupas. Lo apuntado en la agenda te predispone.
No escribir por falta de tiempo provoca la prisión del ser. Puesto que la mente no se libera, está pendiente y depende de problemas que hay que resolver, no le da permiso a la imaginación y se inmoviliza el mundo interno.
No sirvo, no valgo, no consigo decir lo que necesito
Algunos abandonan cuando lo que acaban de escribir no corresponde a lo que querían escribir. Los que se bloquean en lugar de colocar la pobreza en el texto la colocan en su persona: sienten que no valen cuando el que no vale es el texto y la solución está en reescribirlo. Si recurrieran a la posibilidad de cambiar, eliminar, probar, no solo la práctica les resultaría flexible y posible, sino que mejoraría su capacidad verbal, la gramática y la creatividad con las palabras. Y también, por supuesto, su valoración personal.
Identifica las emociones y sentimientos que te impulsan. A veces el bloqueo no tiene tanto que ver con el nivel de claridad que eres capaz de alcanzar escribiendo, sino con tu incapacidad para expresar con precisión las emociones y los sentimientos que te impulsan a escribir aquello que quieres. Cuando mis alumnos no confrontan sus emociones y sentimientos reales, aquellos que les empujan a escribir, suelen crear textos confusos, crípticos, enrevesados, es como si en el fondo no quisieran que el lector les entendiera, cuando en realidad sí quieren, pero les da pudor y no se han dado la oportunidad y han tenido el valor de conectar con sus verdaderas motivaciones. La falta de consciencia sobre ellas, los lleva a escribir sin controlar lo que quieren decir realmente.
Al enfrentarme al texto, siento necesidad y desazón al mismo tiempo
¿Un mecanismo que no falla? Escribir en el mismo momento que empiezas a lamentarte, escribir sobre el lamento, lamentarte por escrito. Es casi seguro que después de unos pocos párrafos te sentirás tan relajado o tan eufórico que continuarás sin problema. Cuando aparezca esa desazón, recurre a la asociación libre en torno a ese estado. Es muy factible que surjan así motivos que no imaginabas.
No tengo imaginación
¿Será que no te atreves a imaginar? Verás cuánto contiene tu imaginación si le abres la puerta. ¿Será que hay muchas puertas que no te atreves a abrir? Empieza por revisar qué hay tras las puertas que abres normalmente.
Todos tenemos imaginación, si no no seríamos seres humanos. Te recomiendo que te pongas a chismorrear sobre lo que quieres escribir. Dale rienda suelta a tus ideas de manera oral. Invítale un café a tu mejor amigo (asegúrate de que es ese tipo de amistad que soporta tus monólogos soporíferos y paga tú la cuenta). La interacción de tus ideas con las ideas de otro podría desatar tu imaginación.
Creo que el relato se diluye y abandono
Date un segundo para reflexionar sobre la siguiente idea:
La ansiedad ante la página en blanco proviene del temor a desvelar aquello que debería permanecer oculto.
¿Qué es eso que no te atreves a revelar? Porque eso es exactamente lo mismo que te está empujando a escribir. Pero para escribirlo hay que descubrirlo, si se mantiene oculto, será la causa eterna de tu bloqueo.
Hay unas cuantas tareas que te pueden ayudar con esto:
Sintetiza la historia. Suelo recomendar a mis alumnos que escriban esquemas dramáticos, en orden cronológico, de principio a fin, que contengan el total de la historia que se pretende narrar. Procura que cada uno de los puntos del esquema no sea más largo que un tuit. Así, conseguirás una visión global de tu relato sin tener que realizar la obra. Una visión global del relato te dará acceso al sentido último de la historia, te permitirá descubrir qué es eso que tanto temor te produce y, al identificarlo, sabrás cómo enfrentarte a ello desde la creación literaria.
Responde a la pregunta por qué. ¿Por qué quieres escribir esa historia? ¿Por qué quieres que pasen los hechos tal y como lo has decidido? ¿Por qué has elegido a esos personajes?
Este ejercicio no siempre es fácil, hace falta tener un alto grado de autoanálisis. Pero tranqui, para eso estoy aquí. Si este es tu caso, puedo ayudarte con todo esto y más a través de mi Coaching literario.
Llevo mucho tiempo escribiendo, pero de manera inconstante
Escribe sobre el acto de escribir, sobre la pereza de hacerlo y el malestar subsiguiente. Te conviene estar predispuesto mentalmente a crear, hagas lo que hagas. No te exijas perfección ni una obra definitiva. Simplemente, escribe: si te lo propones a menudo, las ideas se activan, estableces más confianza con las palabras.
Mientras no dejes de escribir y te lo pongas en la agenda, tal y como ya acordamos, hay otras actividades que, intercaladas, pueden ayudarte a lidiar con la constancia, en la medida en que te dan oportunidad a pensar y a sentir, a vivir y acumular experiencias que luego tengas necesidad de convertir en literatura:
Sal a darte un paseo. A mí me sirve sentarme en algún lugar público a mirar a la gente pasar. Imagino cómo serán sus vidas, de dónde vienen y a dónde irán. Si están solteros o no, si tienen hijos, si van de camino a cometer un delito o si llevan vidas anodinas de día y vidas trepidantes de noche.
Canta mientras te duchas o limpia el frigorífico. Sí, aunque no lo creas, hacer otras actividades completamente ajenas a la escritura puede llevarte a la escritura. Parto de la premisa de que para ti escribir es como respirar, o en el peor de los casos, como lavar la ropa sucia una vez por semana. Esto es lo que deberías hacer, mientras cumplas con tu agenda periódica de escribir: cuando no lo estés haciendo, disfruta de todo lo que no sea escribir. Cuando experimentas con atención plena el resto de las actividades de tu día, adquieres una mayor perspectiva de todo, tu capacidad de observación crece y, sin pretenderlo, acumulas registros en la mente, pequeños aspectos de la vida cotidiana que luego podrán convertirse en toda esa gran verdad llamada literatura. Uno nunca sabe qué gran verdad va a descubrir bajo la ducha, mientras canta a ronco pecho y se enjuaga el champú de la cabeza o mientras quita con escrúpulo la mierda del fondo del frigorífico.
No encuentro el tono adecuado
Ya tienes claro que todo lo que escribas debería pasar por tus vísceras, que el tono narrativo que escojas en cada caso depende de lo que pretendes decir, del propósito y del estado en que se encuentra tu personaje. No olvides que el personaje protagonista te puede facilitar el camino. Escúchalo y él o ella te sugerirán el tono preciso con el que se debe contar su historia para que el lector lo conozca, más que a una persona real, generalmente, y quede cautivado ante sus avances y retrocesos.
Y ya que estás, anticípate y elige también el tipo de narrador antes de empezar a escribir la obra. Ensáyalo, no siempre se da con él a la primera.
Es conveniente el dominio de las diversas técnicas narrativas que existen, te recomiendo mi curso Tipos de narrador para que este asunto no sea nunca más un motivo de bloqueo.
No sé hasta cuándo debo perfeccionar el texto
Si sabes qué pretendes conseguir, sabrás cuánto tienes que corregir. Calcula tus aspiraciones y el grado de calidad que deseas para tus textos. Pero ten siempre en cuenta que la tarea de corrección es posterior a la de producción. Si corriges mientras escribes, te bloquearás.
Para que la corrección no se convierta en una causa de bloqueo, no te obceques con las frases perfectas. Abraza la imperfección durante la etapa primera de producción.
Ahora bien, el motivo de tu bloqueo podría no estar en el grado de perfección de tu gramática, ortografía o sintaxis, tampoco con la pericia que tienes utilizando figuras retóricas, a veces lo que te traba es que necesitas descubrir aquello que no consigues mejorar. Es posible que ese “algo” que no consigues mejorar coincida con un aspecto no resuelto en ti. Conecta con el problema emocional y psicológico que tienes. Si lo tienes tú, lo tiene tu texto.
Si necesitas ayuda con esto, búscame a través del Coaching literario. No siempre es fácil ver la viga en el ojo propio.
Mi dilema es qué efecto producirá mi texto en el lector
La superficie sobre la que se plasma la escritura representa el exterior del yo y también lo que lo une al otro. La posibilidad de que los textos sean leídos produce incertidumbre, anticipa críticas, las siente como una herida al yo, que desea ser querido. A eso se debe, la inhibición protege al yo de un posible daño, seguramente imaginario: perder el amor del otro.
Este bloqueo no suele contemplar al lector en general, no al menos al mismo nivel que a un tipo específico de lector: tus seres queridos, amigos o círculo social inmediato. Y esto es así porque tu literatura es consecuencia inevitable de tu propia vida, en la que interactúa toda esa gente. Y sabes que estás escribiendo cosas que, en mayor o menor medida, guardan relación con ellos y ellas. Y eso te acojona. Porque, ¿qué van a decir?, ¿qué van a pensar?, ¿lo van a entender?, ¿se van a enfadar?, ¿me van a odiar?
Identifica las emociones y sentimientos que quieres producir en el lector. Y deja de pensar únicamente en los tuyos. Lo más probable es que no te lean y se limiten a felicitarte por haberte atrevido a escribir. Pero en caso de que sí te lean, lo que sea que pase en sus mentes y corazones no es responsabilidad tuya. Cada persona debe hacerse responsable de sus propias emociones y sentimientos. Sin embargo, esto no te eximirá de escribir como los profesionales. Si identificas cuál es la experiencia emocional, sentimental e incluso ideológica que deseas tengan todos tus lectores, entonces no tendrás de qué preocuparte. Los tuyos (y todos los demás) van a reaccionar ante tu texto exactamente de la forma en que habías previsto. Esto te ayudará a relajarte y abandonar las paranoias sobre lo que va a pasar cuando ellos te lean.
No sé si el relato que escribí (cuento o novela) es bueno
Conocer las técnicas narrativas, los géneros y subgéneros literarios, las bases de la construcción dramática y en general, el oficio del narrador, es el camino para que puedas hacer tu propia valoración y reescribir si hace falta o dejar de hacerlo porque ya has conseguido el texto que deseabas.
Si eres un novato, lo mejor es comenzar por el principio. Mi Curso de iniciación será una vía extraordinaria para acercarte al conocimiento que necesitas y emprender tus aventuras creativas.
En suma, las dudas deberían ser productivas, forman parte de la incertidumbre que hace avanzar un libro, pero cuando te atacan permanentemente y dudas de ti mismo, son improductivas. Practica el autorrespeto y podrás aceptar las equivocaciones y las críticas de los otros.
Repara en que el tiempo que pasas lamentándote de no haberlo hecho es tiempo perdido. Intenta relajarte a través de la música, de los movimientos corporales, del contacto con el aire libre y la naturaleza. Generalmente, se llega a ser creativo después de sucesivos bloqueos. El bloqueo puede ser parte del proceso creativo.
Hola Israel, estoy agradecida por tener la oportunidad de recibir tan valiosa información, toda ella para ponerla en práctica en mis historias, soy principiante. Saludos.
El que está agradecido por tu confianza soy yo. Saludos afectuosos.