No falta el novato que va de sobrado y piensa que ya lo tiene todo bajo control, que domina y solo necesita el visto bueno de un profesional para empezar a deslumbrar editores. Generalmente, detrás de esta sobreabundancia de seguridad, lo que hay es un morro brutal que extralimita la barrera del amor propio y la autoestima. Ante tal circunstancia y sobre todo para evitarte el apuro de que tenga que decírtelo a la cara cuando llegues a clase, aquí tienes catorce señales de que aún eres un escritor novato y te hace falta uno (o varios) hervores para dar la talla.
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A ver, la idea no es arrancarte las ganas de dominar el oficio y abrirte camino en el campo literario. Lo que pretendo con esta lista de señales es que, amiga, te des cuenta de que tienes demasiado elevados los humos y le hacen falta unas cucharaditas de humildad a tu proceso formativo.
Lo que me gustaría es que encontraras el equilibrio entre la verdadera autoestima, el autorreconocimiento o la confianza en ti mismo, y la ingenuidad que te lleva a creer que dominas, llevándote a tener, a veces, una actitud sobrada cuando buscas retroalimentación sobre tu trabajo literario. Así que ahí te va la lista. Si aún manifiestas alguna de estas señales, sí, aún eres un escritor novato y deberías ponerte manos a la obra para dejar de serlo:
1 Dices que te encanta escribir, pero no has escrito apenas nada
Aunque hayas dedicado el último año de tu vida a escribir tu primera novela, eso no te cualifica como novelista, ni siquiera como narrador.
Haber escrito unos cuantos intentos de cuento, no te hace cuentista, te hace aprendiz. Y ser aprendiz no es malo, es magnífico, pero al pan pan, y al vino vino. Y tú no eres ni cuentista ni novelista porque hayas escrito un cuento y una novela.
Para ser escritor, narrador, por ejemplo, hace falta haber escrito muchos textos narrativos: cuentos, novelas cortas, largas o relatos de cualquier tipo. Cagarla en el intento y volverlo a intentar. El novato piensa que ha dejado de serlo porque ha practicado una sola vez.
2 Tienes un blog… que actualizas una vez al año
En la línea de haber escrito una sola vez, tener un blog que actualizas de vez en cuando, nunca te llevará a conocer los entresijos del oficio literario. Si es tu caso, obviamente eres un novato.
3 Cuando te preguntan qué te gusta leer, no recuerdas autores o títulos
O sea. Tú vas de farol. Lo que te gusta es que la gente piense en ti como una persona culta que se rodea de libros, cuando en realidad los usas como atrezo para sacarte selfies que subes a Instagram.
Quizá te guste leer de verdad, quizá la literatura te importa. Pero, ¿cómo, entonces, no eres capaz de recordar el nombre del autor que te removió y del libro que quieres recomendar?
4 No cuidas tu lenguaje y ortografía
Ni cuando escribes “literatura”, ni cuando escribes correos electrónicos o mensajes de WhatsApp. Sencillamente, te pasas por el forro cualquier norma. Una cosa son los errores de dedo, la falta de alguna coma o de alguna tilde que el autocorrector se encargó de modificar sin que te dieras cuenta; y otra que nunca uses mayúsculas, tildes, comas, puntos y similares. Si es el caso, a ti las letras te la sudan. Eso o eres tan ingenuo e ignorante que piensas que escribiendo así podrías llegar a ser escritor algún día, lo que te convierte en un novatazo.
5 Eres incapaz de ser claro, directo y conciso al escribir
Has escrito algo, pongamos un cuento. Y se lo entregas a alguien de tu confianza para que lo lea y te dé su opinión. Pero antes de que le des oportunidad a que haga lo que le has pedido, te pones a explicarle todo lo que debería entender por su cuenta, sin que tú le digas qué debería interpretar o entender.
Esto generalmente es producto de tu inseguridad. Y la inseguridad es causa de la falta de claridad sobre lo que escribes. Si lo que has escrito fuera claro, no necesitará de ti ni de tus explicaciones para que alguien lo entienda e interprete justo de la manera en que te lo propongas.
6 Abusas de los lugares comunes
No te has dado la oportunidad ni el tiempo para afinar y definir tu propia forma de interpretar y digerir la vida. Tu perspectiva sobre cualquier cosa es tan impersonal que recurres a las frases hechas, a los lugares comunes que, siendo tan buenos y efectivos para comunicar ideas, se han quedado entre las fórmulas coloquiales y populares de la gente. Pero si la gente ya escucha esas expresiones diariamente y en cualquier contexto, ¿para qué iba a leerte a ti? ¡Novato!
7 Utilizas un lenguaje ampuloso e innecesariamente poético
Crees que hacer literatura es sinónimo de recurrir al lirismo. El lenguaje poético o retórico es parte indiscutible del texto literario. Podría decirse que sin retórica no habría texto literario. Pero la literatura no está hecha única y exclusivamente de ese tipo de fórmulas para crear sentido.
Si no eres capaz de expresarte claramente al margen de la retórica, empleando un lenguaje rebuscado y ampuloso, obviamente eres un principiante que no se ha enterado de qué va el cuento.
8 Usas montones de adverbios
Existen otras palabras, además de las que terminan en mente, ¿lo sabías? Probablemente no. Seguramente no. Extrañamente, no eres capaz de salir de ese pozo. Es una verdad tan cristalina y profundamente cierta, tan rígida y arraigadamente inamovible, que te convierte en el más vehemente de los novatos.
9 No eres capaz de escribir una frase sin las palabras “que” o “y”
Cuenta las veces que repites las palabras “que” e “y” en apenas una página. Subráyalas con un color fluorescente para que no te quepa duda de la cantidad que hay. Si al terminar la página parece un vestido de flamenca, lleno de lunares de color por todas partes, no puedes ser más novato. Un consejito: si te quieres quitar ese vicio, arráncatelo como si de pronto esas palabras hubieran desaparecido del diccionario. Deja de utilizarlas. Oblígate a escribir todo un cuento sin usar, ni una sola vez, ninguna de esos dos palabras. Te aseguro que tu vida cambiará para siempre. No dejarás de ser un novato, pero ya solo serás un novato que ha superado este horrible vicio.
10 Escribes sobre asuntos que no conoces profundamente
Tienes tantas ganas de que te aplaudan y te confirmen que eres un ser amado, que te da igual sobre lo que escribes. Ya puedes escribir sobre la Segunda Guerra Mundial, el eslabón perdido en la cadena evolutiva de Darwin, la jardinería del periodo Victoriano en Londres o los espaguetis a la boloñesa. ¿De verdad tienes algo que decirle al mundo, novato?
11 Tus personajes tienen nombres extranjeros y suceden países que no son el tuyo o países que desconoces
Puede que te guste mucho leer y puede que hasta hayas leído bastante. También es probable que te hayas dejado seducir por la literatura norteamericana, que, se quiera o no, tiene una gran influencia en todo el mundo, como el resto de su cultura. De ahí que te dé por pensar que tus personajes deberían llamarse Nick o Stacy, como si hubiera algo de malo en que se llamen Pablo o Elena. Como si la cultura propia fuera menos elegante, glamurosa o indigna. Lo mismo pasa con los sitios donde decides que pasen las cosas: eliges alguna ciudad lejana y desconocida, cuyas costumbres, ritmos y funcionamiento te resultan ajenos.
Hoy en día uno se puede enterar de todo a través de Internet, pero no me refiero a que no puedas aprender mucho sobre un lugar del mundo en particular, en el que decidas que tu historia acontezca. Lo que digo es que si decides ubicar tus historias en tiempos y espacios que no son los tuyos o los que conoces de verdad, debería haber una razón de peso, más allá de tu admiración por la cultura extranjera o tu falta de valoración sobre tu propia cultura. Lo que quiero decir es que no porque tus personajes sean gringos y viven en Nueva York vas a parecer un escritor que se toma en serio la literatura.
Virginia Feito, por ejemplo. Es madrileña. En España apenas la conocemos, yo ni siquiera sabía que existía, hasta que leí un artículo en el diario El País que habla del impacto que su literatura ha tenido en Nueva York, particularmente entre lectores de la alta sociedad. Leyendo me entero de que esta madrileña, que escribió la novela que la hizo famosa en Nueva York estando en Madrid, en realidad conoce profundamente a las élites newyorkinas porque su padre fue diplomático y se la pasaba de viaje con él, entre la crema y nata del mundo, sin ser ella nada de eso, como diría la vecina de Valencia. El caso es conocer de verdad el contexto en el que te inspiras, novato. Ese el mi punto.
12 No has leído ni conoces el tipo de literatura que escribiste
Supuestamente, has terminado tu primera novela… dices que es una novela de terror, pero no sabes cuáles con las convenciones del subgénero ni has leído otras novelas de terror que te hayan servido de referente.
Aunque es probable que hayas consumido mucho cine y televisión de terror, no te has detenido a analizar y reconocer las formas propias del tipo de historia que escribiste.
Esto es como decir que yo hago tartas de chocolate porque le puse chocolate a una masa que luego horneé y a la que llamo tarta, aunque no lo sea y se trate del primer intento que hago por cocinar una tarta de chocolate.
13 Desconoces el mundo editorial
Aspiras a entrar en el negocio de los libros y la creación literaria. Sueñas con tener un editor, un agente literario, publicar un montón de libros y vivir de las regalías. Tener una casa aislada en el campo que te permita escribir tranquilamente, o un departamento en la ciudad más estimulante del mundo para no perder nunca la inspiración. Sueñas con las firmas de libros, las presentaciones, las entrevistas para la prensa, la radio y la televisión. Con los lectores que te escribirán cartas y los nuevos aspirantes a escritores que te preguntarán, ya entrado en años, qué consejos puedes darles para que ellos también se puedan convertir en escritores. Todo eso sin saber cuáles son los grupos editoriales más importantes de España y América Latina, cuáles son las editoriales en las que cabría el tipo de literatura que tú escribes, qué editores están detrás de dichas editoriales y qué tipo de obras están publicando, etcétera, etcétera. Un escritor que quiere dejar de ser novato pasa de los sueños y se pone al lío, se remanga y se pone a currar de verdad.
14 Te enfadas porque nadie te lee o se interesa por lo que escribiste
Quizá la señal más clara de que aún eres novato, es que te sientes profundamente indignado porque nadie te lee o se interesa por lo que escribes. Dedicas mucho tiempo y esfuerzo en hacerle llegar tus manuscritos inacabados a tus amigos y familiares, les dices que no hay prisa, que te interesa su opinión, pero a la semana siguiente ya estás preguntando por dónde van o si ya terminaron de leer. Y si te confiesan que no han leído nada, te enfadas, como si tuvieran la obligación de invertir el valioso tiempo de sus vidas en lo que sea que tú hayas escrito. Un novato no sabe desatar el interés de los lectores y cree que están obligados a interesarse por él y lo que escribe.
Si reconoces alguna de estas catorce señales en tu propio comportamiento, significa que sí, aún eres un novato. Lo cual no está del todo mal. No deberías irte haciendo berrinches. Ahora mismo tienes la oportunidad de tomar consciencia y decidir qué es lo que vas a hacer para dejar de ser un novato y tomarte en serio la escritura. Si quieres ser un profesional, compórtate como tal. Y si necesitas ayuda en el proceso de formarte como todo un pro de la creación literaria, te espero en mi taller. Mi curso de iniciación o mi coaching literario podrían ser los contextos ideales para que, en apenas unos cuantos meses, tomes las riendas de tu proceso creativo y formativo y dejes de ser el novato que eres.
ja, ja, Isrrael, eres genial, yo me identifico aún con algunas de ellas pero me da pena enseñar mis escritos , esa parte si me cuesta trabajo pues debo corregir mucho, todavia. Gracias por enseñarnos.
Gracias, Alicia. La vergüenza de dar a leer se quita dando a leer. Pero obviamente conviene que te ocupes de trabajar bien tus textos antes de soltarlos. Un abrazo. ✍🏼