Te comparto las siete ideas más significativas del ensayo: “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, segundo en la reflexión teórica que el dominicano Juan Bosch publicara en 1976. ¿Quieres aprender a escribir cuentos? ¡Toma nota y ponlo en práctica!
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1 Si el hecho carece de importancia no será un cuento
En el vídeo “El hecho en el cuento” dije que el cuento se constituye esencialmente de un hecho único. Ese hecho, insiste Juan Bosch, debe ser importante, es decir, debe convenir y atraer al lector en general. Esto no significa que debas elegir un tema o un hecho porque creas que puede interesar al lector, significa que el hecho en el cuento debe resultar importante al lector, pues, si carece de importancia, lo que se escribe será una estampa narrativa, pero no un cuento. Entiéndase la importancia como la capacidad del texto para transmitir emociones e ideas. “El cuentista debe sentirse responsable de lo que escribe”, dice Bosch. Esa importancia de la que habla, en mi opinión, hace referencia al conflicto de la historia en el cuento. Bosch explica: un niño que va a la escuela no es materia de cuento, pero lo es si el autobús en que va el niño a la escuela se vuelca. A través del conflicto las historias son capaces de transmitir emociones e ideas, sin él no podemos hablar de historia.
Aprender a discernir dónde hay un hecho importante para escribir un cuento es parte esencial de la técnica del cuentista, pues desde la elección de la materia dramática se perfila la capacidad que el texto tendrá para atraer al lector.
2 La técnica se adquiere con la práctica, no con los estudios
A ver, esto no tiene vuelta de hoja. Si quieres aprender a escribir cuentos lo que realmente debes hacer es escribirlos. Solo así lo aprenderás todo sobre su técnica. Los estudios ayudan, orientan. Pero solo la práctica hace al maestro.
Sin embargo, el verdadero cuentista dedica también muchas horas de su vida a estudiar la técnica del género, al grado de dominarla en la misma forma en que el pintor consciente domina la pincelada: la da, no tiene que pensarlo.
3 Ceñirse al hecho, sin distracciones
Cuento quiere decir llevar cuenta de un hecho. Llevar cuenta es ir ceñido al hecho que se computa. El que no sabe llevar con palabras la cuenta de un suceso, dice Bosch, no es cuentista. Si vas a contarme que al ir hacia la escuela el autobús en el que ibas se volcó, no me cuentes nada sobre tu mejor amigo o los problemas de aritmética que aún no resuelves, a menos de que guarde relación directa con la volcadura del autobús. Cíñete, contrólate. Controla tu historia.
4 La novela es extensa; el cuento es intenso
El cuento debe ser obra exclusiva del cuentista. Él es el padre y dictador de sus criaturas; no debe tolerar rebeliones. El predominio del cuentista sobre sus personajes se traduce en tensión y, por tanto, en intensidad. La intensidad de un cuento no es producto de su extensión corta, explica Bosch, es el fruto de la voluntad sostenida con que el cuentista trabaja su obra. Es decir, fruto de la voluntad sostenida con que el autor controla a, a su vez, la voluntad de sus personajes. Para conseguirlo el autor debe ejercer sobre sí mismo una vigilancia constante, que no se logra sin disciplina mental y emocional. La narrativa, lo descubrirás con la práctica, implica un ejercicio constante de control y autocontrol. Controlando la voluntad de los personajes, principalmente la del protagonista en su intento por alcanzar su deseo, en el marco infranqueable del hecho único, el autor eleva la tensión de la historia, produciendo así intensidad.
Lo fundamental es mantener vivo el interés del lector y, por tanto, sostener sin caídas la tensión. El final sorprendente no es una condición imprescindible. El cuento debe tener su final natural, como debe tener un principio.
5 Iniciar con el protagonista en acción
El cuento debe comenzar interesando al lector. O sea: in media res: en plena movida. Una vez capturado el interés, el lector está en manos del cuentista y este no debe soltarlo. Para conseguir dicho interés hay que empezar el cuento con el protagonista en acción, física o psicológica, pero acción; y el principio no debe hallarse demasiado lejos del meollo mismo del cuento, es decir, del conflicto, a fin de evitar que el lector se canse o distraiga. Hay una sola manera de empezar un cuento con acierto, asegura Bosch: despertando de golpe el interés del lector.
6 Para innovar el cuento…
El cuento es el género narrativo más cerrado y difícil. No tolera innovaciones, explica Bosch, sino de los autores que lo dominan en lo más esencial de su estructura.
Comenzar bien un cuento y llevarlo hacia su final sin una digresión, sin una debilidad, sin un desvío; he ahí en pocas palabras el núcleo de la técnica del cuento.
Quien sepa hacer esto tiene el oficio de cuentista, conoce la técnica del género. Y solo quien la domine podrá transformarlo, iluminarlo con el toque de su personalidad creadora.
7 Aprender o morir
Muchos de mis alumnos pierden el don de la narración porque mientras han tenido dentro de sí material literario, han escrito sin detenerse a estudiar la técnica y escriben sin dominarla. Cuando la veta interior se les agota, les falta capacidad para elaborar un cuento con asuntos externos a su experiencia íntima. Sin oficio no se puede construir un cuento, sin oficio no se puede escribir más allá del contorno de tu ombligo. Si quieres ser cuentista, además de dejarte llevar por ese impulso creador que te arrebata hacia la página en blanco, necesitas aprender, reflexionar sobre lo que escribes. Eso o morir en el intento.
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