En este breve texto rindo homenaje a la ascensión personal, esa que todos podemos realizar, pero que solo una minoría alcanza, escuchando en su interior y sobre todo, haciéndole caso.
Todo comenzó en Google, con una búsqueda sobre escuelas para escritores, porque yo sabía escribir igual que un salvaje tira una lanza, y encima me creía capaz, sin haber aprobado nunca la asignatura de Lengua a lo largo de mi vida.
Entonces encontré TallerEC, una palabreja rara que me llamó la atención: pinché. ¡Coño, un taller de escritura! Me alegré de que estuviera en Sevilla. Meses antes me informé sobre una escuela online, pero eso de tomar clases a través de una pantalla nunca ha ido conmigo. Vi los cursos que impartía Israel Pintor, su Coaching literario me atrajo especialmente, aunque por esa época no ganaba una mierda y no podía permitirme un curso como ese, que parecía tan impresionante.
Aunque el dinero no fue realmente lo que me frenó… ¡no tenía una historia!, sólo cuadernos y textos sin estructura; eso sí, personajes tenía para regalar, sobre todo uno que aparecía o era nombrado en casi todos los textos: Gades. Decidí empezar con algo rápido e intenso, soy un jodido impaciente para casi todo y tenía prisa por aprender para así vomitar ese universo que me colapsaba las neuronas, comencé con el curso Intensivo de iniciación.
Entonces yo Alejandro “Skywalker”, “Balboa”, “Son Goku”, descubrió que se había convertido en aprendiz de Israel “Kenobi”, “Goldmill”, “Mutenroshi”. Comprendí que el esfuerzo y la dedicación son importantes, más allá de la pasión; y que la constancia también lo es, nada se crea solo. Aprendí que esperar el éxito no me lo iba a conseguir, que tenía que salir a buscarlo. Así, con todo y dificultades me surgió la oportunidad de tomar el primer ciclo de Coaching literario.
Seguía sin pasta, pero tenía tiempo libre e hice un esfuerzo económico para comenzar mi camino. Así nació la tierra de Narayán y con ella Dranco, Kaziak, Valdur y Gades, los protagonistas de mi novela. Entonces descubrí que Gades, aquel personaje que tanto aparecía entre mis notas, era un humilde herrero que terminaría por enfrentar a los dioses, unas veces ayudado y otras obstaculizado por sus colegas, para demostrarse que el destino no existe y que la única fuerza mágica, capaz de aniquilarlo o crearlo todo, incluso a los dioses, es la voluntad. El nacimiento de este mundo significó también el nacimiento de un alto nivel de ambición que se contagió a otros aspectos de mi vida, yo lo llamo “La expansión Gades”, porque a partir de ese momento ya no pude mirar atrás y dejar de pensar en la novela, mi novela.
Ahora, ciclo tras ciclo, desde hace ya varios años, estoy enredado en mi propia ascensión; haciendo y deshaciendo, escribiendo y consolidando mi vocación literaria. El camino no es fácil, Israel es duro, muy duro a veces, y si mi voluntad flaquea también lo hace mi proyecto. Cuando eso pasa pienso que es mejor dedicarse a algo más, algo más sencillo. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa y esa es una verdad como un templo.
El universo Naya (mi novela) aún sigue en desarrollo, a buen ritmo y con grandes expectativas. Pero lo verdaderamente importante, es que todo lo aprendido me ha llevado, no sólo a seguir trabajando en lo que será mi primera novela, sino también a conseguir mi primer contrato editorial con otro proyecto literario: un ensayo creativo. Ahí estoy, en el umbral, a punto de demostrar que la ascensión personal es una realidad y que el mantra “eres capaz de lo que te propongas” no entiende de situaciones adversas, sólo depende de la voluntad de uno mismo. Israel ha supuesto que en mi interior se desate un potencial creativo que yo no conocía, él y su Taller de Escritura Creativa me hacen ascender. Y lo escribo aquí para dejar constancia a quienes aún no lo conocen y no han descubierto lo que puede suponer para su propia aventura creativa.
Hola compañero, me ha encantado tu post. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que, sólo el esfuerzo y la dedicación harán que consigamos nuestros objetivos. Me ha hecho gracia la referencia a Dragon Ball, ya que además de literatura, soy lectora habitual de manga. ;) Un saludo.