Israel, hola: Comencemos con la parte anecdótica donde el conocernos o nuestro ciber encuentro está marcado por tu experiencia de leer una ficción al estilo esa novela que, por lo que veo, te siembra muchas dudas. Que nos conozcamos en este contexto o momento de tu persona no me resulta inverosímil, desagradable o imposible. Si acudimos a las leyes de la probabilidad y estadística, verás que esto es posible. Tan posible, que tú y yo ya podemos hablar de esto con la familiaridad que nos da el acontecimiento. Así que te pido que dejes de pensar en lo terrible de la experiencia y te centres en lo privilegiado que resulta conocernos marcados por esta anécdota. Sobre tu segundo comentario. Yo también estoy fascinado con el intercambio epistolar que hemos iniciado. Me parece maravilloso…
Aquí me interrumpió mi familia y sigo después de tu llamada me parece maravilloso tener este tipo de comunicación con otra persona. Me resultas agradable, inteligente, con chispa, guapo, etc. No debo hoy decirte todos tus atributos porque no podré bajarte de tu ego, al que subirías con justa razón.
Poco entiendo tu tercera pregunta: “¿cuándo estorba la preciada soledad?”. Si te refieres a que la soledad pesa, ahoga, fastidia y por eso uno decide abandonarla y combatirla estando con alguien. Yo considero que se debe dar un paso natural de la soledad a la compañía; es decir, dejar entrar a alguien en el corazón propio porque se siente bien con esa persona, porque uno se identifica, compenetra, complementa; etc. Salir de la soledad nunca debe ser un escape.
A esta pregunta le unes una cuarta con la que preguntas, sobre la edad del amor. Creo que el corazón, así como es asexual, también es atemporal. El corazón no posee los límites del espacio, ni del tiempo. El corazón sólo se enamora. Así como un dicho dice has el bien y no mires a quien, así el corazón: ama y no se fija a quién, sino solo se desborda en su concupiscible dinámica de proveer de lo mejor al amado y de traerlo hacia sí, sin considerar esas cosas que las personas solemos ver y dar alguna importancia.
Me parece un comentario sobrante eso de no contestar si no lo deseo y que por estas preguntas podamos perder lo recién emprendido. Para nada tus preguntas me alejan de ti, ni mucho menos me perderás por responderlas; por el contrario, creo que dialogando así es como más nos ganamos mutuamente. Gracias por preguntar y por tenerme la confianza suficiente como para entrar en esta dinámica de comunicación.
Del amor se dicen muchas cosas. Pero el que tú profesas, para nada es efímero, trivial o superfluo, posees la capacidad de dar amor a plenitud, y por lo que veo te gusta recibirlo con la misma intensidad. Esto habla muy bien de ti, en lo personal me agrada mucho y me engancha. Ayer no me captaste bien con lo de mi regreso. Vuelvo al DF, el martes 22 y el miércoles 23 me parece un buen día para conocernos. Me dices donde nos vemos y damos rienda suelta a esta forma de comunicación que tanto me gusta contigo.
Seguimos en contacto y te mando un fuerte abrazo. Un cálido y respetuoso beso, de esos que suelen posarse en una mejilla o en la frente. Hasta pronto,
Gustavo.
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