Para dedicarse a la escritura hace falta una gran capacidad para verlo todo con objetividad, asumiendo que la objetividad real no existe, se puede aspirar a alcanzarla y, para un escritor, no sólo es conveniente, es imprescindible. ¿Qué tanta objetividad crees que puedes tener sobre ti mismo? ¿Lo pones a prueba?
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Las emociones que sientes mientras escribes no son un valor literario. Ningún lector o crítico juzgará una obra por lo mucho que disfrutaste mientras escribías o los sentimientos que desarrollaste hacia tus personajes. Un escritor necesita apoyarse en la objetividad para escribir buenas historias. A pesar y por encima de sus emociones.
El escritor necesita guardar cierta distancia con respecto al material con el que trabaja. Para hacer bien su trabajo, requiere de una visión panorámica. Y un exceso de emoción puede empañar esa distancia necesaria, porque lo habitual es dejarse inspirar por la vida y la primera fuente de información de vida que un escritor tiene, es su propia existencia.
Lo cierto es que la escritura es un arte peculiar que demanda un equilibro entre el arrebato creador y la serenidad objetiva, que le mantiene alerta para desarrollar una obra conforme a sus planes estéticos y discursivos. De ahí que un escritor no deba enfrentarse a la escritura, únicamente impulsado por el arrebato, que tiene como resultado la confrontación caliente y subjetiva de su personalidad creativa con sus motivos literarios.
Para llevarte a ganar objetividad frente a tus historias y creaciones, para que pierdas un poco la costumbre de escribir únicamente por el impulso, te reto a ponerte a prueba con la siguiente
Consigna
Como siempre, vas a escribir una historia, asegurándote de que tenga un principio, un desarrollo y un desenlace. Urga en tu propia vida y selecciona un acontecimiento digno de ser narrado. Al ser autobiográfico, evidentemente tendrás una perspectiva subjetiva de lo que viviste. Aquí es donde llega lo bueno. Tienes que imaginar que eso no lo viviste tú, que no eres tú. Aléjate de los hechos tanto como te sea posible.
Probablemente, hubo más gente involucrada en los hechos. Asume el punto de vista de una de esas personas. Ya habrás ganado algo de distancia, pero no te puedes quedar allí. Ahora imagina que han transcurrido cincuenta años y que esa persona dejó escrita una carta en la que cuenta los hechos. Y es el hijo de esa persona quien se enfrenta a los hechos a través de la carta.
Escribe la historia, cuenta lo que te pasó, asumiendo la perspectiva del hijo de esa persona que estuvo involucrada, y que se ha enterado de lo sucedido cincuenta años después, a través de una carta.
Lejos, muy lejos de ti. Desde allí es desde donde quiero que escribas sobre lo que te pasó.
Al terminar el ejercicio, busca el apartado Ejercicios de escritura en la página de inicio de mi web y reserva una clase conmigo para evaluar tu práctica.
Pensar que el escritor debe hallarse siempre en un estado entusiasta de fervor creativo, enamorado de sus personajes y gozando de cada palabra que escriba es una visión idílica y poco realista, bastante alejada de la experiencia real de la escritura profesional.
La planificación y la revisión requieren de distancia emocional, una habilidad que el escritor debe cultivar respecto de su material. Solamente desde la distancia podrá explorar su idea con objetividad, repasar sus matices y posibilidades, evaluar qué técnicas y recursos habrá de emplear.
Sé que te empeñas por aprenderlo todo sobre creación literaria, pero te surgen muchas dudas y te enfrentas a demasiados problemas. Cuéntame, ¿en qué andas ahora? Leo y respondo a todos los comentarios.
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