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Desde que me dedico a escribir y en general a la literatura a través de la docencia, la divulgación y la creación, he tenido que soportar un montón de prejuicios e incomprensión social. A nadie sorprendo cuando digo que amamos a los artistas consagrados y alabamos la obras artísticas que han transformado el mundo, pero no vemos con buenos ojos a alguien de nuestro entorno que quiere ser artista y no valoramos su trabajo en justa medida. La postura que se tiene de la figura del artista emergente a mí, particularmente, me saca de quicio. Y sobre eso quiero hablar hoy; quiero hacerles ver cuál es el precio que tengo que pagar por dedicarme a la escritura y al mismo tiempo llevarlos a tomar consciencia de lo que cuesta convertirse a uno mismo en un creador literario.
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Antes de entrar en faena, quiero aclarar que hablo sobre esto porque necesito desahogarme y, claro, ustedes son magníficos y me entienden siempre. Además, es probable que les pase lo mismo, si no les está pasando ya. Pero también lo hago porque siento la necesidad de responder a muchas de esas apelaciones que he recibido a lo largo de los años y que es políticamente incorrecto responder, como me habría gustado responder en el momento y como haré ahora.
También quiero hablar de otro tipo de precio. O sea, quiero poner énfasis también en todo lo que una persona debe invertir para realizarse a través de la escritura; necesito que tú, que aspiras a ser un escritor, y que todas las personas que te rodean, tomen consciencia de lo que implica y lo que vale tu trabajo, nuestro trabajo. Y para no hacerme un lío, voy a empezar por:
Lo que he tenido que aguantar
“Deberías escribir una novela sobre mi vida porque es increíble y me ha pasado de todo.”
¡Claro! Como si yo no tuviera una cosmogonía y unos intereses propios. Pero además te lo dicen asumiendo que automáticamente te sentirás atraído por sus vidas y comienzan a contarte anécdotas para convencerte. Y por supuesto, su invitación no viene acompañada con una solicitud de presupuesto.
¿Sabes qué te digo, bonita? Si quieres ser inmortal a través de la escritura: chíngale todos los años que yo le he chingado estudiando y preparándome para que puedas escribir tu propia autobiografía. ¡No te jode!
“¿Cómo te va? Espero que tan bien como aparentas a través de las redes sociales. Porque si no te va bien, es bueno que al menos des la impresión de que te va genial.”
Pues mira, bonita, de momento no soy rica ni puedo decir que viva de escribir y publicar libros, pero es que mi trabajo no se limita a eso desde hace muchos años: casi una década, para ser más precisa. Y desde entonces el 90% de mis ingresos provienen de mi actividad literaria. Saca tus propias conclusiones, envidiosa.
Y mira, quién sabe si llegue el día en que pueda decir que me gano la vida escribiendo y publicando libros, pero yo, a diferencia de muchas otras personas, me dedico a hacer lo que verdaderamente me gusta y apasiona.
Me levanto cada día feliz porque no tengo que rendir cuentas a nadie ni me amargo la existencia trabajando para alguien más, haciendo cosas que me aburren o preferiría no hacer, como Bartleby el escribiente. ¡Hace falta valor, talento y confianza para dedicarse a hacer lo que a uno le apasiona de verdad ¡A mí siempre me ha importado un pepino aparentar! Lo que ves, es lo que hay. No hay cartón, es todo magro, pata negra.
“¡Ya he visto que acabas de publicar la novela en la que has estado trabajando los últimos años! A ver cuándo me la regalas para que pueda leerte.”
Y luego van diciendo que los artistas no tenemos dónde caer muertos. ¿Cómo ganarse la vida decentemente si los demás no saben valorar tu trabajo? ¿Quieres leerme? ¡Paga por mi libro, como pagas por cualquier otro libro! Que de eso se trata la industria editorial.
“¡Ah! ¿Que ahora eres youtuber? ¡Para eso hay que tener mucha cara!”
Para lo que hay que tener cara es para soltar joyitas como esta. Solo quienes hacemos contenido para YouTube sabemos el trabajal que implica. ¿Crees que los vídeos se hacen solos?
Por otro lado, es verdad que hoy en día cualquier persona, tenga o no algo que decir, se pone frente a una cámara y publica lo que le sale por la boca. Pero quien siga pensando que en YouTube solo existen ese tipo de personas es que no tiene la más remota idea de lo que está pasando en el mundo ahora mismo.
Para estar en YouTube y abrirse camino firmemente, hay que tener algo que decir, además de los medios y las habilidades suficientes para comunicarlo adaptándose al lenguaje audiovisual.
Hoy YouTube está poblado de expertos en múltiples y diversas materias. Y juntos estamos transformando la manera en que las personas se están educando.
Tus hijos van a entender y están entendiendo el mundo a través de lo que yo y muchos otros expertos les estamos enseñando en YouTube, cosa que no podríamos conseguir si no tuviéramos algo que decir y dispusiéramos de medios para comunicarnos efectivamente.
“¿Te importaría leer el manuscrito que acabo de escribir? ¡Lo escribí en un arrebato creativo la semana pasada. Yo nunca he escrito y tampoco he tomado clases, pero creo que no lo he hecho tan mal. Y como tú te dedicas a eso, me harías un gran favor si me das tu opinión.”
Por supuesto, detrás de esta petición también hay una suposición: dedicaré una buena cantidad de horas de mi vida, de mi trabajo y de mi formación profesional, gratuitamente, para que tú puedas confirmar si te has convertido en un artista talentoso en apenas una semana.
“¿Cuándo vas a publicar tu siguiente libro? ¿Ya falta poco? ¡Lo estoy esperando! ¡Qué ganas de leerte! Ya tiene que ser bueno para el tiempo que te está tomando escribirlo, ¿eh?”
Llega el día de la presentación y te dicen:
“Ay, lo siento, no puedo ir, es que me ha surgido algo, pero cuando nos veamos me lo regalas y me lo firmas.”
Y me estoy dejando muchas como estas sin contar. Pero creo que ha quedado claro, ¿no? Ahora te cuento una breve anécdota y paso a exponer:
Lo que he tenido que invertir
Un día recibo un mensaje por WhatsApp de un aspirante a mis cursos que me descubrió a través de YouTube y que me pareció en un principio que valoraba positivamente mi trabajo. Antes de ese mensaje me hizo algunos comentarios chulos a pie de algunos vídeos en mi canal. Lo que me hacía pensar que tal vez un día me buscaría para tomar clases. Pero bueno, son muchas las personas que siguen mi canal y no son mis alumnos, así que tampoco pasa nada. El caso es que un día me escribe:
“Tus clases son un poco caras, Israel. Aunque todo es respetable.”
Y mi cara entonces fue un poema. Vamos a hacer cuentas anuales, ¿vale?:
¿Sabes cuánto dinero gastas en tabaco si fumas? Supongamos que solo fumaras una cajetilla a la semana, eso da una suma aproximada de 240€ en un año. Más de lo que cuesta uno de mis cursos grupales de tres meses. Y te aseguro que lo que puedes aprender en uno de mis cursos no te producirá cáncer en los pulmones y te servirá para crear literatura a lo largo de toda tu vida.
¿Cuánto dinero gastas en tu suscripción a Netflix? Si tienes una suscripción estándar: 132€; si es premium: 168€ al año.
Netflix es una fuente infinita de entretenimiento que nos hace pasar ratos magníficos en casa, echaditos en el sofá o la cama. ¿Quién no ama Netflix? Pero, ¿has pensado en todo el tiempo que inviertes en el consumo de sus contenidos? ¿Cuánto vale todo ese tiempo que te dejas allí frente a la pantalla, además del que pagas por ver películas y series?
¿Si invirtieras todo ese tiempo en poner en marcha tu primera novela, no crees que a lo largo de un año podrías escribir al menos un primer borrador? Mi Curso intensivo de iniciación, impartido en clases particulares, vale menos que una suscripción a Netflix, te toma apenas un mes de formación y te brinda herramientas valiosas de construcción dramática, de vigencia perpetua para que seas tú quien escriba los guiones de las series y las películas de Netflix.
Como esas te puedo hacer unas cuántas preguntas más: ¿Cuánto han costado tus vacaciones? ¿Cuánto costó el teléfono que acabas de renovar? ¿Cuánto cuesta tu membresía al gym? ¿Cuánto dinero te dejas en cerveza, café y restaurantes? ¿Cuánto te cuesta renovar el armario?
No estoy diciendo que gastar en cualquiera de estas cosas sea una banalidad. ¡No! Son todas inversiones estupendas. Lo que quiero decir es que cada uno invierte en lo que le resulta significativo y trascendente.
Yo, por ejemplo, no escatimo en libros. Voy a una librería y siempre termino comprando uno o varios libros. Básicamente, trabajo para luego darle mi dinero a Amazon a cambio de que me mantenga surtido de libros. Es quizá en lo que más gasto. Son mi debilidad. Cuando los compro pienso en las horas de infinita felicidad que van a producirme cuando los lea, no en lo que cuestan. Si yo me pusiera a hacer cuentas de todo el dinero que he gastado en libros durante los últimos diez años, quizá hoy tendría para comprar un coche. ¡Pero nunca me ha interesado tener un coche! ¿Entiendes lo que quiero decir?
Soy Licenciado en Comunicación Social, especializado en Periodismo Cultural y Creación literaria. Mi licenciatura costó 4 años de intenso estudio, investigación y por supuesto, una importante suma de dinero. Quizá este ha sido el estudio que más dinero ha costado a mi familia.
Después de mis estudios de licenciatura, cuando mi vocación literaria se afianzó, busqué profundizar en lo que amaba hacer: así que tomé varios cursos de creación literaria con escritores en México, antes de venir a España.
Cada uno de esos cursos costó una considerable suma de dinero, porque la calidad de sus enseñanzas era alta. Busqué tomar clases con escritores en los que yo confiaba y que sabía que, me hicieran pagar la cantidad que fuera, me enseñarían cosas que valían mucho más que eso.
Entonces, buscando oportunidades, un día descubrí que en España existía la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores, de la que ya les he contado que fui becario. Así que solicité la beca sin muchas expectativas y, para mi sorpresa, me la dieron. Pero todos saben que no es una beca que te beneficie económicamente con dinero en efectivo. Aun así, es una de las mejores becas de creación que he recibido.
Necesité dinero para viajar y para cubrir algunos gastos médicos y de manutención. Obtuve otros apoyos en México que me ayudaron a dar el salto, sin los cuales no había podido salir adelante. Pero incluso así hizo falta dinero. O sea, que incluso becado tuve que seguir invirtiendo en mi formación.
Un año después hice el Máster en Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla. Ese máster no es caro si lo comparamos con otros del tipo en España, aun así, estamos hablando de aproximadamente dos mil euros y un año intensísimo de estudio, lecturas, investigación y creación literaria.
Para titularme de máster tuve que escribir mi primera novela en tiempo récord. Por supuesto, mientras realicé este estudio y escribí mi primera novela, trabajé a medio tiempo como coordinador editorial en una extinta editorial sevillana y a medio tiempo en mi Taller de Escritura Creativa.
Bueno, te cuento todo esto para decir: No, querido. Mis clases no son un poco caras, aunque respetes su precio y yo respete tu opinión. Mis clases sencillamente no son tu prioridad, como probablemente tampoco lo sea tu formación literaria, ya sea conmigo o con cualquier otro profesor de creación literaria. Mis clases lo valen. Y a las pruebas me remito. Basta que mires los testimonios de mis alumnos. Me enorgullece mucho poder decirlo.
Todo tiene un precio en esta vida. Nada es gratis, excepto respirar. Y si nos ponemos preciosistas: respirar nos cuesta una determinada cantidad de energía que no podríamos gastar si no ingiriéramos alimentos. ¡Todo tiene un precio!
Y las personas estamos más o menos dispuestas a pagarlo según la importancia que damos a eso que deseamos adquirir. Escribir tiene un precio, pero soporto y soportaré estoicamente las tonterías que me dicen a veces porque no entienden mi trabajo o no lo valoran lo suficiente. Me basta saber que yo lo valoro y me valoro a mí mismo en justa medida.
A mí me costó mucho dinero, dedicación y esfuerzo formarme. ¿Por qué iba a regalar mi profesionalidad? ¿Por qué abaratarla? Y a ti, querido tallerícola, te digo lo siguiente: ¿qué precio estás dispuesto a pagar para llevarte a ti mismo desde el sitio vital en el que te encuentras y hasta la autorrealización?, ¿qué sí vale y qué no vale en tu vida? ¿Sabes, al menos, calcular hacia dónde tienes que dirigir tu mirada cuando piensas en autorrealizarte? ¿No? Entonces, ¿cómo calcular el valor de tu autorrealización?
Es curioso, porque ese mismo aspirante me escribió después diciendo:
“Mi vida son las letras, pero no sé si merece la pena entregarla a la escritura… y para quien.”
Y es que si no eres capaz de ver tu vocación a la cara y asumirla, si tú mismo no encuentras sentido en ella y ni siquiera a ti te puedes ver como depositario de los beneficios de tu entrega, ¿cómo no pensar que invertir en ella puede ser un despropósito? ¿Cómo no pensar que dedicar cualquier cantidad de dinero, energía o tiempo a eso, es una pérdida?
Ahora que lo pienso, quizá detrás de esa brevísima frase: “Tus clases son un poco caras, Israel. Aunque todo es respetable.” Lo que hay es el grito desesperado de un artista que vive encerrado en el cuerpo de un hombre que se niega a liberarlo. Y ese es el precio que está teniendo que pagar.
No me voy sin antes preguntarte lo siguiente: aunque suene un poco a comercial de tinte para el cabello. ¿Tu vocación lo vale? ¿Tú lo vales? ✍🏼
¡Muy buena reflexión!
La verdad es que las cosas cuestan y uno elige a qué darle prioridad.
Además, es importante darle valor al trabajo propio y a todo lo que uno ha invertido para lograr algo, ya que solo uno sabe todo el sacrificio y esfuerzo que ese proceso ha implicado.
He tomado algunos cursos de escritura online y he tenido que sacrificar mucho para ello. Además, la taza de cambio con la moneda de mi país cada vez es más desfavorable y los precios en euros —usualmente los cursos online que más me interesan provienen de España— se sienten por las nubes. Por ejemplo, hace poco tenía planeado tomar un curso en otro lado, pero en cuestión de meses casi que doblaron los precios y eso sumado a la subida del valor del euro me hizo desistir por el momento y replantearme mi plan de acción.
Me toca sacrificar muchas cosas para poder ahorrar (hace tiempo no renuevo mi armario, llevo varios años con el mismo celular, nunca he tenido una suscripción de gimnasio y no suelo salir a comer a restaurantes) y también darme tiempo de sopesar opciones para poder elegir adecuadamente en qué invertir y cuándo (la mayor parte de mis inversiones están relacionadas con la escritura o con la lectura; aunque a veces me doy algún que otro gusto adicional, como una subscripción a Netflix, para relejarme). ¡Pero invertir en aquello que me apasiona bien lo vale!
Israel, me he sentido muy identificada con tu artículo. Ánimo con todo, suerte y salud.
Me alegro, Sara. Te mando un saludo afectuoso.
Absolutamente de acuerdo con vos Israel !! Siempre la elección de un camino implica la renuncia a otros, la cuestión reside en saber verdaderamente dónde queremos llegar y que estamos dispuestos a ” pagar” por ello. Un saludo. Gabriela.
Así es. ✍🏼