No sé cuántos políticos, jueces, abogados, médicos, psicólogos o incluso, periodistas me están escuchando. Sean todos bien recibidos, por supuesto. Profesiones todas muy loables y necesarias para nuestro bienestar social y mental. Pero, sin embargo, han contribuido, en gran medida, junto con otras, y otros supuestos bien hablantes de prestigio social, a desprestigiar el idioma y confundir, pongamos por caso, a mi padre, haciéndole creer que escribir bien es justo lo contrario: es decir, escribir mal.
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Parece obvio que todos, con peor o mejor fortuna, compartimos el don de la lengua. Vamos, que todos hablamos. Escribir no es más que la transcripción gráfica de los sonidos que emiten las cuerdas vocales. Por lo tanto, no parece que sea complicado. Simplemente se trata de poner una palabra después de otra, como dice Stephen King.
Debe ser esa la razón por la que me he encontrado con más gente que está convencida de que es más sencillo escribir que tocar un instrumento. Y lo es; en definitiva, no se trata más que de eso: de poner una palabra detrás de otra. Pero si de lo que hablamos es de escritura creativa, de generar historias que resulten atractivas a alguien con esas palabras, creo que la cosa resulta algo más compleja. Quizá precisamente por eso, porque el lenguaje lo compartimos todos y, por lo tanto, nos resulta tópico, vulgar, común.
Lo primero que debemos aprender es a remontar ese lenguaje con el que llevamos atándonos los cordones desde que teníamos dos años y darnos cuenta de que las asociaciones entre las palabras y la realidad sólo es una convención que se da por supuesta, pero que nosotros podemos jugar con ella.
Pero, para empezar, dejémonos de teorías y vamos con algunos consejos prácticos.
Escribir tiene mucho que ver con utilizar correctamente, de manera precisa, los verbos y los sustantivos. No se trata de que te hagas el culto, sino de que seas preciso. Y la cantidad de verbos y sustantivos débiles que utilizamos en el lenguaje común, no parece que contribuyan a ello. Así que intenta evitarlos. Te propongo algunos ejemplos:
Verbos: decir, hacer, poner, tener…
En lugar de decir: se hace el amor; se hace la comida; se hace una casa… Mejor di: se ama (o se folla, por qué no); se cocina, se construye… Sé más preciso, por favor.
Sustantivos: aspecto, cosa, elemento, hecho, información, problema, tema…
Tengo una cosa, que me causa un problema, aunque tampoco te puedo dar mucha más información sobre el tema. Si alguien sabe de qué estamos hablando que levante la mano.
¿Y qué pasa con los adjetivos y los adverbios?
Por supuesto, los adjetivos y los adverbios también son parte de nuestra prosa. Pero cuidado, desconfía de la prosa excesivamente adjetivada y/o con demasiados adverbios. Los adjetivos y adverbios, como sabes, son los que completan o modifican la función del sustantivo y el verbo. Si los estás utilizando en exceso, quizá sea porque no has sido lo bastante preciso.
¡Ah! Y evita los adverbios acabados en -mente. Son como esos polvorones que se te empalagan en Navidad y no hay quien se los quite de en medio.
Por cierto, el uso del gerundio tampoco contribuye, suele ralentizar la prosa.
El prestigio desprestigia
Y así, bajo su punto de vista de políticos, jueves, abogados, médicos, psicólogos o incluso periodistas, una frase tan barroca como “el imputado negó su implicación habiendo contribuido a aclarar su inocencia”, le resulta una muestra de una escritura más elaborada que “el imputado negó su implicación en el caso y contribuyó a aclarar su inocencia”.
Quizá «nos han vendido» que escribir bien es lo que no entendemos y que el uso correcto del lenguaje es propio de ciertas élites. Pero les puedo asegurar que “Juan subió al autobús, que le llevó al distrito centro” y no que “Juan subió al autobús, el cual le llevó al distrito centro”; o que “el balneario donde fuimos de vacaciones” y no “el balneario al cual pensábamos ir”, son opciones infinitamente mejores.
Ya que estoy, te daré unos consejos para redactar. No solo un texto creativo o de ficción, sino un simple correo electrónico:
- Utiliza, siempre que sea posible, frases cortas.
- Modérate con los incisos.
- Ordena las ideas y la información de manera lógica.
- Evita las oraciones en pasiva. Ya sé que las estudiaste de pequeño, pero es una fórmula gramatical bastante rebuscada y más dentro de un texto literario. En otras palabras, procura empezar por el sujeto. Y si respetas el orden, sujeto, verbo y predicado, te asegurarás una estructuración clara y precisa. Efectiva.
- Vigila el uso de adverbios (sobre todo los acabados en -mente).
- Evita los gerundios (sobre todo los gerundios de posteridad).
- Evita las frases en negativo: Desconocía que este edificio no tenía salida de emergencia. Mejor: Creía que el edificio tenía salidas de emergencia.
No finjas el vocabulario que no posees
Confía en ti, tu vocabulario es más que suficiente para construir una buena historia. Si no me crees, te pondré un ejemplo.
Claro que es bueno que adquieras más vocabulario, pero ya sabes cómo se hace eso: leer, leer, leer y… leer. Y si no te gusta leer, ¿qué haces escuchándome? La realidad es que tampoco te gusta escribir, sólo deseas eso que Marsé llamaba mundo literario. Pero ahí no puedo ayudarte, ni yo ni ninguno de mis videos o cursos.
Como te decía, si intentas fingir un vocabulario que no tienes, sonará impostado, antinatural. Así que no seas tonto y olvida el botón derecho del ratón en Word para buscar un sinónimo más cultivado.
Además, si tus lectores descubren que cuando escribiste que el cadáver de uno de tus personajes parecía occiso, simplemente quisiste decir que parecía que había muerto violentamente, se sentirá decepcionado y te tomará por un pedante en el mejor de los casos.
Ahora observa este texto y dime si no lo podías haber escrito tú mismo con tu vocabulario.
[…] Empezaré por el día en que salí de Pencey, que es un colegio que hay en Agerstown, Pennsylvania. Habrán oído hablar de él. En todo caso, seguro que han visto la propaganda. Se anuncia en miles de revistas siempre con un tío de muy buena facha montando en un caballo y saltando una valla. Como si en Pencey no se hiciera otra cosa que jugar todo el santo día al polo. Por mi parte, en todo el tiempo que estuve allí no vi un caballo ni por casualidad. Debajo de la foto del tío montado siempre dice lo mismo: «Desde 1888 modelamos muchachos transformándolos en hombres espléndidos y de mente clara». Tontadas. En Pencey se moldea tan poco como en cualquier otro colegio. Y allí no había un solo tío ni espléndido, ni de mente clara. Bueno, sí. Quizá dos. Eso como mucho. Y probablemente ya eran así de nacimiento. Pero como les iba diciendo, era el sábado del partido de fútbol contra Saxon Hall. A ese partido se le tenía en Pencey por una cosa muy seria. Era el último del año y había que suicidarse o poco menos si no ganaba el equipo del colegio. […]
Se trata de un fragmento de El guardián entre el centeno de J.D. Salinger. Uno de los clásicos norteamericanos.
Ahora respóndeme, si de vocabulario hablamos, ¿hay aquí una sola palabra que no conozcas y no podías haber pensado tú mismo?
Vamos a soltarnos un poco.
Ejercicio
¿Conoces a Giani Rodari? Si no, te lo recomiendo. Un gran escritor, teórico de la escritura creativa y especialista en literatura infantil y juvenil.
Él habló del binomio fantástico. En resumen, su teoría asegura que dos palabras que tienen una cierta conexión nunca dispararán nuestra imaginación. Sin embargo, dos palabras que, a priori, no tienen ninguna relación entre ellas nos forzarán a chocar las bolas de nuestra imaginación.
Te propongo lo siguiente. Coge un bolígrafo y un cuaderno, y escribe sin pensar los primeros diez sustantivos que te vengan a la cabeza (he dicho sin pensar). ¿Ya los tienes? Pues ahora elige el primero y el tercero. ¿Tienen relación? Pues el primero y el quinto. ¿Siguen teniendo? Ya sabes, el segundo y el cuarto… Si todos poseen alguna relación (no lo creo), abre un libro al azar y coge el primer sustantivo del primer capítulo y el primero del segundo.
¡Pues ala!, ahora te toca escribir. A partir de las ideas extraídas al asociar esos dos sustantivos que parecían no tener un vínculo, escribe una historia con todos sus avíos. Asegúrate de que tenga un planteamiento, un desarrollo y un desenlace.
Al terminar tu ejercicio, busca el apartado Ejercicios de escritura en la página de inicio de mi web y reserva una clase conmigo para evaluar tu práctica.
¿Tienes dudas y preocupaciones en torno al uso del lenguaje y el vocabulario? Déjame un comentario, los leo y respondo todos.
FUENTE: El arte de escribir. Manual de escritura creativa, David Vicente (Berenice, 2017)
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