
Hay una constante que no deja de repetirse: mis alumnos se quejan, se desaniman, se desesperan y abdican. ¿La razón principal?: la frustración que les produce el error (y mala gestión que hacen de las emociones), tomar consciencia de que la configuración dramática es un trabajo harto difícil que no se limita a tumbar teclas, esperando que todo lo que uno escribe sea, desde ese momento, una obra de arte.
No digo que no haya escritores (y buenos) que produzcan obras literarias estupendas a la primera, lo más probable es que hayan acumulado suficiente práctica (y cometido suficientes errores) como para llegar a ese nivel de soltura. Hoy estoy aquí para ayudarte a tomar conciencia, a entender una posible razón por la que dejas tus proyectos narrativos a medias, ¿has escuchado hablar de la teoría del iceberg de Hemingway?
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