Acabo de ver este vídeo de El País. Un hombre se convierte en donante de semen de manera gratuita y sin intermediarios. Ofrece su semen a las mujeres que se lo pidan para ayudarlas a concebir. Ya tiene 35 hijos y están por nacer otros 13.
Yo veo esta noticia y pienso. A ver, este tío obviamente no va a ser padre de todos esos críos, porque para empezar, si todos tienen madres diferentes que viven en lugares diferentes, es imposible actuar como un padre para tanta gente. Y eso las madres lo saben. Yo creo que las mujeres que han pedido semen a este hombre no pensaban que por fin Dios les había enviado un padre para sus hijos. Ellas lo que querían era concebir. Y con la ayuda de este hombre lo han conseguido.

Veo el rostro de Ari Nagel y pienso que lo difruta. Es consciente de que vive una realidad poco frecuente e incomprendida por la sociedad. Y sin querer nos da ejemplo de que en esta vida uno puede nacer, crecer, reproducirse y morir fuera de los arquetipos y constructos socioculturales preestablecidos, en los que las personas sólo deberíamos reproducirnos dentro de una familia compuesta por una madre y un padre, que pueden tener los hijos que quieran.
La realidad, nos demuestra Ari Nagel, puede ser tan distinta como nos de la gana. Dudo mucho que esos niños tengan problemas por no tener un padre cerca. Sencillamente porque crecerán sin él. Y eso aplica sólo en los casos en los que sus madres decidan criarlos solos. Porque aquellas madres que eventualmente se echen pareja, dicha pareja podría perfectamente asumir el rol de padre para esos hijos que fueron engendrados por otro hombre. ¿Y qué pasa? ¡No pasa nada! ¡Nada malo! Y si no, que se lo pregunten a José, el de María. Que apechugó con todas las de la ley y fue padre de Jesús, aunque en este caso de donantes mejor ni hablamos. 😇
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