Sobre Los atrevidos de Marco Aurelio Carballo

Como una ventana enorme de cristales transparentes entendí Los atrevidos. A través vislumbre uno de los escenarios más representativos de un círculo cultural hasta ahora lejano para mí. Hoy, Marco Aurelio Carballo forma parte de las grandes personalidades de mi biblioteca personal, no solo por la importancia de su trabajo como periodista cultural (que figurará para siempre en mi formación como un maravilloso ejemplo de disciplina periodística), sino también por permitirme estar más cerca de significativos personajes del mundo de la literatura, la música, el espectáculo, el cine y el mismo periodismo. Desde Susana Alexander, hasta Raúl Velasco, el libro se va como agua. Primero porque Carballo encuentra el punto de fusión exacto entre el dato duro y la narrativa, segundo por la maravillosa estructura original de publicación en prensa.

Tan pronto comprendí la dinámica del entrevistador de oficio en el libro, me dieron ganas de vivir otra vez la sensatez del duelo de inteligencias. Reí desde el principio hasta el fin, aunque la constante no es un principio de comicidad. En ese sentido, rescato la entrevista con Pedro Ferriz Santacruz y Susana Alexander. Por otra parte, clasificaré como excelentes tres «entrevistas»: María Felix, René Avilés Fabila y Luis Spota. La primera por la hazaña de escribirla sin haber tenido de frente a La Doña y, aún así mostrarla tal y como la imaginaba; la segunda por confirmarme la admiración que siento por el escritor. Esta entrevista me dejó conocer poquito más de mi Maestro, también provocó en mí una horrible sensación de incertidumbre: ¿qué sucederá con mi carrera profesional en los próximos 10 años? ¿Las circunstancias en las que vivo me permitirán llegar hasta donde mis sueños me guían? ¿Estoy en el camino correcto? Finalmente de la tercera rescato un par de citas padrísimas que tendré muy a la mano durante toda mi vida: «Moraleja: apuntar todo, guardar todo. Duermo con una libreta. A las dos de la mañana surge una idea, una frase. Despierto. La anoto. A veces se me olvida y hasta el día siguiente me doy cuenta de que apunté algo».

«Creo que todo escritor es un maniático… Pero cuando uno tiene algo que decir lo dice, incluso en el centro de la plaza de toros. Cuando no, olvídese. Se puede estar horas con todo a su favor y no se escribe, y en medio del ruido puede crearse un vacío y escribir horas. Misterio. ¿Cómo se explica? Antes de emprenderlo uno quiere forzar la máquina y no funciona».

«Todo escritor tiene que hacer un compromiso. No de partido. Nunca he pertenecido a ninguno. Pero eso no implica no asumir una postura». «Si tiene algo que decir va a su casa, se sienta, se achata las nalgas y lo dice, y luego va al café. Somos un país de novelistas de primer capítulo. El día que escriba se va a acabar el mundo, dicen. Lo vengo oyendo hace cuarenta años. Van al café a pasar por ingeniosos. Esos señores no van a sentarse a la máquina a someterse a la esclavitud de la máquina. Se necesita aislamiento y trabajo. De otro modo no hay obra». «La página de ayer pude haberla escrito mejor mañana».

«…el periodismo nos ha dado la herramienta, el oficio, la disciplina, la capacidad de observación». «Cualquier novelista, cualquier narrador sacará narraciones de sus vivencias».

Jun07