Algunas veces mis alumnos destacados consiguen deslumbrarme con sus textos. En esas ocasiones hago lo que todo buen profesor debería: felicitarles por sus grandes progresos y lo bien que me lo hicieron pasar leyéndoles. Una de las satisfacciones más grandes que encuentro impartiendo clases es precisamente ésta: ser testigo del crecimiento, del progreso que mis alumnos experimentan a lo largo del tiempo. Eso sí, que nunca falte la crítica constructiva. Porque yo podré felicitarte un montón, pero difícilmente dejaré de decirte qué podrías hacer para llevar tu texto al siguiente nivel.
Deja un comentario