¿Qué dice tu historia? Aprende a descifrarlo

Hola, ¿tallerícola? ¡Chale! Puro marketing… Soy el Dr. Narración y estoy aquí porque Israel me paga bien y la puritita verdad, también porque me necesita, si no su puta web se iría a la mierda… ah, y también para responder a la carta de Nono, un novelista principiante que se ahoga en un vaso de agua con un problemilla que quizá tú tengas también, así que mi genialidad le y te vendrá como anillo al dedo. Escucha, toma nota y escribe, chinga, que solo así se aprende. 

Dice la carta:

Buenas.

Mi problema es tan simple que quizá por ello se te vaya a hacer más difícil ayudarme, pero he visto que eres una persona de recursos, por lo que recurro a ti, por si acaso tienes algún sabio consejo o truco en la manga.

Estuve modificando el esquema actancial de mi historia. Le he dado una nueva motivación a mi personaje protagonista porque, después de conocer los principios para construir los conflictos en las historias me di cuenta de que a la mía había que hacerle cambios. Con esta nueva motivación, he ido modificando un poco el guión, como es lógico. Al final el destino al que llega es el mismo, pero llega con algo más de chicha de por medio.

Pues bien, mi problema no es éste: resulta que de tanto darle vueltas me he dado cuenta de que lo más difícil y lo que más de cabeza me trae es precisamente lo más simple: el tema y el mensaje. No tengo muy claro que quiera expresar lo que pensé en un principio que mi historia comunicaba, o sea, me estoy dando cuenta de que no está transmitiendo el mensaje ni tratando el tema que yo imaginé y, a decir verdad, no tengo muy claro qué quiero expresar. 

En realidad, imagino que esto me pasa no tanto porque no sepa qué temas y mensajes me interesan, sino porque confeccioné la historia en un principio sin tener estas dos cosas en cuenta y ahora busco unas ideas y siento que quiero meterlas a la fuerza en una historia que no está hecha para ellas (al menos, de momento). Y es contradictorio, porque al mismo tiempo no tengo tan claro cuáles son precisamente esas ideas que intento meter, solo lo intento porque sé que las historias comunican y la mía no es la excepción, pero ¿cómo voy a contar una historia en la que no sé qué tema estoy tratando o qué mensaje estoy comunicando?

Soy consciente de las circunstancias y por ello no te pido un milagro, pero como sabes de esto mucho más que yo, seguro que algo en claro me sacas, por poquito que sea.

Si es mucho dolor de cabeza, no te preocupes. Entenderé si tu respuesta es «¡Demuele esa casa de una vez y construye unos cimientos en condiciones!». 

Un abrazo, Nono.

A ver, para empezar qué chingón que no seas de esos pousers que van por la vida presumiendo que son escritores y que escriben libros y blá blá blá. Los narradores de verdad se dan de putazos con el trabajo, tal y como tú estás haciendo. Así que ya nada más por eso te mereces una pinche felicitación. Tu actitud es la adecuada, pero si quieres ser un chingón no te relajes y ponte buzo. 

Mira, lo que a ti te pasa le pasa a toda la gente que está aprendiendo a contar historias, así que no te agobies y te quieras arrancar los pelos. Respira profundo y date la oportunidad de seguir aprendiendo de tus aciertos, pero sobre todo de tus cagadas de mierda. Cuando la cagas y tienes la madurez suficiente para estudiar tu propia cagada es cuando más aprendes. Así que al tiro, papá. Tanto para recibir aplausos como el que te acabo de dar como para recibir los chingadazos propios del trabajo duro y de tus pinches errores.

El acierto en tu caso es que por fin abriste los ojos y te diste cuenta de que tu historia, en lugar de intrigar a los lectores, los estaba durmiendo porque, como tú mismo dices, no había chicha. Ajustando el esquema actancial, o sea el conflicto, conseguiste hacer unos cimientos fuertes que ahora te están llevando a desarrollar una aventura llena de intriga que mantiene al lector en vilo. Chido por ti. 

La cagada es que has perdido el control sobre el sentido que la historia será capaz de transmitir, debido a que hiciste cambios en el corazón de la historia. Cambiando esas bases, todo lo demás cambiará también, incluyendo las ideas iniciales que tenías sobre el tema y el mensaje que tu historia iba a transmitir. Y por eso ahora estás que te cagas en los pantalones, porque tienes miedo de que el resultado de tus ajustes vuelva a parecer un cúmulo de palabras sin chicha que duerman al lector y, peor aún, no signifiquen nada.

Aquí es cuando necesitas sacar pecho. Olvídate del resultado y olvídate también de la posibilidad de que esta primera novela que estás escribiendo te lleve a ganar el Nobel de literatura. Estás asumiendo un riesgo propio de novato: hacer las cosas parcialmente desde la intuición mientras aprendes a dominar las herramientas que te permitirán escribir como un profesional. Puede que esta novela que escribes se convierta en un libro muy bien valorado por la crítica si lo llegas a publicar, pero también puede que sea solo un pinche ejercicio de escritura que tuviste que hacer para aprender los gajes del oficio. Asúmelo y disfruta de lo que estás haciendo sin más, porque de lo contrario solo conseguirás bloquearte y tarde o temprano dejarás de escribir porque pensarás: ¡es que lo estoy haciendo todo mal y si no sé el tema y el mensaje que mi historia comunica entonces no tiene sentido escribir!

Una vez dicho esto, lo que debes saber es que tu historia, sepas o no ahora mismo el tema y el mensaje que va a transmitir, va a comunicar igualmente. O sea, que no importa que no lo sepas ahora. Escribas lo que escribas, esa historia va a significar algo. Tu trabajo, ya que sabes que los profesionales deben controlar el sentido de sus historias, será detenerte a reconocer ese tema y ese mensaje una vez que hayas escrito toda la pinche historia. Pero ese será un trabajo que podrás hacer solo cuando saques por completo toda la historia de tu cabeza, antes no. Es algo así como un trabajo arqueológico.

Si sigues agobiándote por esto, ahora te vas a hundir en un pinche hoyo gigante del que probablemente ya no salgas nunca. Para que eso no te pase, simplemente sigue escribiendo sin perder de vista los cambios que hiciste en el corazón de la historia, para que sea capaz de mantener la intriga a tope, aunque no tengas ni zorra idea de lo que tu historia terminará diciendo. El mejor consejo que puedo darte mientras escribas es el siguiente: no intentes imitar a nadie, no busques referencias fuera de ti, permite a tu pinche persona ser tal cual es. Cada acción, cada ambiente, cada diálogo de tu novela habrá de ser un fiel reflejo del modo en que verdaderamente comprendes el mundo. Ojo, papá, no te estoy diciendo que tus personajes tengan que ser como tú y hablar como tú y hacer las mismas pinches cosas que tú haces en la vida real. ¡No pinches mames! Estoy diciendo que debes escribir una obra que te sude a ti mismo, que cada pinche letra de esa novela te haya salido del corazón y que se note que solo tú podías haber puesto los puntos de esas íes.

Cuando termines de escribir la historia y descubras lo que esta comunica pueden pasar varias cosas:

  1. Que descubras que el tema y el mensaje que transmite, aunque es diferente al que tenías en mente al principio, te guste mucho y refleja fielmente lo que tu piche cabeza retorcida tiene dentro. En cuyo caso podrás quedarte tranquilo porque el resultado te conforma, aunque no era lo que esperabas.
  2. Que descubras que el tema y el mensaje que transmite no era tan diferente de lo que pensabas. En cuyo caso podrás autoflajelarte con razón por imbécil. Comprobarás que te estabas ahogando en un puto vaso con agua y que lo único que necesitabas era quitarte mierdas de la cabeza y ponerte a escribir.
  3. Que descubras que el tema y el mensaje que trasmite es muy pinche diferente y que no te gusta ni madres. En cuyo caso tendrás la hermosa y puñetera oportunidad de mirarte en un espejo para ver claramente lo que tu cabeza retorcida tenía dentro y tú no sabías. Si lo que ves en el espejo te espanta o te pone nervioso: ¡felicidades! Ahora no sólo sabes algo sobre escribir novelas, también has descubierto algo sobre ti mismo. Con respecto a ello puedes hacer lo que te de la gana. Yo no soy psicólogo de nadie, por eso no te voy a decir lo que deberías hacer al respecto, pero si tienes un poquito de amor propio aprovecharás la oportunidad y usarás ese conocimiento en tu favor.
    Ahora bien, frente a la historia escrita puedes volverlo a intentar, o sea, podrás volverla a escribir, pero esta vez teniendo las ideas bien pinches claritas desde el principio, sabiendo qué tema vas a tratar y qué vas a decir sobre él, para que todas las acciones, diálogos y ambientes con que construyas esa nueva obra te lleven a transmitir justo lo que quieres. Y si esa historia ya te cansó los huevos y estás harto de ella, como probablemente te pase, entonces lo mejor será pasar página y escribir otra historia, pero ahora sí construyéndola desde el principio sabiendo lo que te interesa comunicar.

El ejercicio te habrá enseñado la importancia de reconocer, en un momento previo a la escritura de la obra, el tema y el mensaje. Asimismo, te enseñará a escribir sin tener siempre el control sobre esos mismos elementos y aun así ser capaz de no chillar de angustia mientras escribes e inventas la historia. Lo importante es que has comprendido que, antes o después de la invención, un profesional de la narrativa debe controlar el sentido de historia. Lo que no te puede pasar, porque eso es de pousers que nomás presumen de letras, es que no llegues jamás a saber y controlar el tema y la historia. 

Gracias por confiar tus pinches inseguridades en mi genialidad. Para eso me hizo Dios, ¡de nada!

Y tú, pouser, si te gusté, compárteme tus traumitas literarios, escríbeme una carta a doctornarracion@gmail.com para que te dedique una respuesta chingona y le subamos el rating al coach.

Ah, y si necesitas hacerle una consulta privada al -inche Israel, ahí tienes el botoncito para que le sueltes una feria y te encuentres con él por videollamada para resolver tus traumitas.

Tienes traumitas literarios, yo sé. Déjame un comentario, los leo y respondo a todos. Israel los lee y responde todos, yo atiendo únicamente los más interesantes, o los que él me pida que atienda, porque me paga, obvio.

Dr. Narración