Mamá:
No quiero estar triste, pero lo estoy.
Quiero sonreír y disfrutar de lo bonito de cada día, pero me cuesta.
Tú siempre has querido mi felicidad, pero sin ti ¿cómo puedo serlo?
Me duele no escuchar tu voz, recibir tus consejos cariñosos y tiernos. Que me hagas reflexionar.
Me destruye la idea de no poder volver a refugiarme en tu pecho, en tu infinita compasión y amor incondicional.
Ya sé que no estás, pero no lo asimilo. No lo entiendo. Tu vida se interrumpió y sin embargo, otro año comienza. Nada se detiene. No es justo, es la realidad.

Una realidad humana difícil de comprender y aceptar. Una realidad tangible que cuesta asumir y afrontar. Una realidad que solo el amor puede soportar. Un amor espiritual que transciende lo estrechos límites de lo mortal, para alcanzar esa otra realidad del más allá y en la que ahora vive mi suegra, Juana Esperanza. Te pido que desde allá, envíes un rayito de amor al triste corazón de mi amado marido. 🙏🙏🙏🙏🙏. Amén.