Sobre la calle de Madrid, en el número 13 para especificar, esperé, sentado frente a La Capilla (teatro de Coyoacán), el momento de ver por fin la obra; los miércoles a las ocho es la cita según la cartelera. Bajo un ambiente tranquilo, íntimo y reconfortante, ese que solo el teatro independiente ofrece, se abrieron las puertas de la sala.
Un mundo de sillas terciopelo rojo aguardaba, semioscuro espacio para el deleite. Sin prisa entré, algunas personas miraban tímidas el escenario. Hasta los anuncios previos y las llamadas eran actuados. Lo de más es vanidad: excelente juego de luces, diálogos soberbios, discursos bien estructurados; lugares, personajes y vidas comunes de una obra no tanto.
Canto, guitarra, utilería simple, humo de cigarrillo dibujando cada intención en el aire suspendido. Miradas encontradas, perras que se piensan gatas y una bugambilia que aún no crece. Todo es antes de Grecia y después de una Big Mac. Mientras, cuatro mujeres en celo corren tras sus miserias en busca de, solo sabe Dios qué. Hasta que lo encuentran.
Cancro es cáncer. Obra de historia, no de actores protagonistas. Pizca épica del dramaturgo, poeta y teórico alemán Bertolt Brecht, con tintes estéticos de Pedro Almodóvar. Diseño efímero, performance, moda, danza, ejecución instrumental, son algunas de sus más destacadas características. Obra promotora por los derechos a la convivencia elegida, a la diferencia, la salud y el amor. Después, con los ojos deslumbrados, salgo y dejo mi silla terciopelo rojo, otro la utilizará para ver el mismo arte, hasta el 27 de junio habrá oportunidad, antes de sanar de cáncer La Capilla.
En la puerta, Alberto Patiño, estrecha mi mano, tensa del talento, de la garra de quienes actuaron convencidos. Un verdadero placer, le ofrezco en frase al despedirme. Queda abierta la invitación, dice el director, excitado por el fin de la puesta. Habrás de correr la voz si ha sido de tu agrado, añadió. Y heme aquí, corriéndola. Cancro es cáncer. Más que una obra de temática gay como dicen otros, la puesta en escena a cargo del director Alberto Patiño y la producción de Proyecto veintiuno, es una certera muestra del dolor, físico, emocional y mental de esta enfermedad.
11May07
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