Sólo tres autores me han hecho brincar a carcajadas del asiento mientras leo sus libros: Óscar de la Borbolla, Jorge Ibargüengoitia y Xavier Velasco.
Cuando vi el título de este, único librito de cuentos que ha publicado X. Velasco, imaginé sería una experiencia de lectura muy grata. Y no me equivoqué.
Narrar en primera persona siempre me ha parecido divertido, y Velasco sabe hacerlo muy bien. Creo que esta forma es una de las favoritas en la cuentística mexicana contemporánea y, a pesar de lo que algunos ilustres críticos argumenten en demérito, seguirá siéndolo, al menos por un buen rato.
Sí, tal vez Velasco no sea el escritor que México esperaba. Y muy probablemente encontraré coincidencias cuando diga que su literatura se queda un tanto por debajo de la de los otros dos autores aquí citados. Sin embargo, Velasco ha logrado hacerse de un lugar privilegiado entre los jóvenes lectores mexicanos, asumiendo una postura irreverente que pocos de sus colegas de generación podrían asumir tan galantemente.
El materialismo histérico se ha convertido en uno de mis libros favoritos, por divertido, práctico, inteligente, sensible y audaz. La forma, quizás, es el menor de sus méritos. Pero el fondo, el contenido: ¡qué delicia!
Aquí unas citas del cuento “La filantropía en el comedor” (por poner algo, porque el libro tiene mucho más por reconocer; aprovecho para dedicar el cuento “Por unos pagarés más” a mi querido y audaz padre):
¿Por qué los que no tienen acusan de envidiosos a los que no quieren dar, cuando cualquiera sabe que la envidia, no es hija de la tacañería, sino de la carencia?”
¿No es evidente que el que estira la mano para pedir lo hace a despecho de su dignidad y su amor propio, exhibiendo groseramente sus penurias con tal de despertar la generosidad ajena, mientras que quien le niega la caridad por la humana razón de que está juntando sus ahorritos para comprarse un Lamborghini lo hace sinceramente, y hasta diríase que con el corazón en la mano?”
Nota: en voz de los personajes de Xavier Velasco.
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