Elimina la pereza: escribe con energía y propósito

Qué pedo, traumadito de las letras. Ya llegó por quién llorabas. Te tenía abandonado porque, siendo una eminencia como soy, me piden en todo el mundo que alivie traumas como los tuyos. Pero ya estoy aquí, así que agradécelo y ponte al tiro. 

El pinche Israel por fin me llegó al precio. Así que hoy tienes el privilegio de escucharme responder al mensaje de uno que tiene nombre como de estrella de Hollywood región 4, un tal Duvan Stiven Yustre Vasquez… ¡Ándale, pues! El mensaje dice:

“buen dia quisiera preguntarle como hago para combatir la pereza a la hora de escribir una historia”

Ya está. Y seguro que no escribió más porque le daba pereza. Además: día sin tilde, cómo sin tilde, buen en minúscula y el punto final: de vacaciones.

Ahí va el muchacho y me deja un mensaje bien bonito y muy bien escrito, con todos sus huevos.

Pero hay que reconocer que si no se tienen ganas de aprender, no habrá forma de iluminar al mundo con joyitas como la de Duvan. Así que ya nomás por sus huevotes se merece este video. 

Ha tenido el valor de mostrarse tal cual, sin experiencia, pero ocupándose de comprender cómo chihuahua tiene que enfrentarse al ejercicio de escribir.

Porque a él, como a ti y como a todo guanabi letraherido le pasa que para poder poner sobre el papel esas palabras que lo van a hacer salir del cajón y buscarse un huequesito en el rincón de una librería, pues tiene que desenfundar la espada y ponerse en pie de guerra contra el más grande enemigo: la huevonería.

Que en términos más finos es eso que nosotros las eminencias llamamos procrastinación, pero que solo usamos entre nosotros porque si no es como hablarte en chino.

La huevonería, o pereza, o hacerte que la virgen te habla, o echar el día a lo pendejo es un fenómeno que ocupa y distrae a la inmensa mayoría de las personas del mundo, letraheridos o no. Y como tal, no deja de afectar a los guanabis que quieren brillar en el firmamento literario.

Este es sin duda el mayor de los obstáculos para conseguir algo en la vida. Porque… a poco no es bien chingón quedarse toda la noche, hasta bien entrada la madrugada enganchadísimo a Netflix. Y luego suena el despertador al otro día y no hay Dios que te haga despegar los párpados. O el clásico: “Voy a tomarme nomás una chela con mis compas”, y vuelves a tu casa hasta las tantas bien  borracho y al día siguiente la cruda te nubla el sentido. ¿Así como esperas escribir, papá? ¿Cómo esperas hacer nada, más allá de seguir siendo un guanabi?

Así de pretextos he escuchado ya:

Que si tengo que entregar, no sé qué pinches mames… Que si tengo que ir al súper porque no tengo qué tragar… Que si mejor a fin de mes cuando me paguen… Que si tengo una fiesta con mis amigos los borrachotes, otros guanabis que dizque escriben, pero nomás presumen que escriben, como tú. Que si no es el mejor momento… Que si mi mamá me obliga a tender la cama, o mi marido me tiene todo el día metida en la cocina. Pretextos nunca faltan en la vida. 

Algunas veces la vida, de tan culera que es, pues nomás no da tregua y ahí sí hay que chingarse. Pero la inmensa mayoría de las veces el problema eres tú y tu pinche huevonería suprema. Esos pretextos que usas son el 80 ó 90% de las veces, mecanismos perfectos para distraerte de aquello que supuestamente quieres. Ahora hablamos de escribir, ¿no? Pues bueno, todo en tu pinche vida de pronto es más importante, se te echa el universo entero sobre los hombros y, por mucho que supuestamente deseas poner manos a la obra, lo único que pasa es que postergas y postergas hasta que te salen canas y de pronto te escuchas diciendo a ti mismo: ¡Ay!, si hubiera… Pero el hubiera no existe, chinga. Y como eres experto en poner excusas, dices cosas bellas como esta:

«No, es que yo ya no tengo edad para esas aventuras.»

Y así como llevaste una vida entera en estado de pereza perpétua, te mueres perpetuando tu magnífica huevonería. Fin de la historia. Pero no hay pedo, ¿verdad? Porque como las vidas se compran en el super….

Solo hay una cosa que te puedo aconsejar, pequeño saltamontes: piensa en lo siguiente.

¿Por qué chingados quieres escribir? ¿Qué hay detrás de tu impulso? 

La verdad es que solo cuando sabes lo que quieres y también sabes por qué lo quieres, entonces te pones a hacerlo en chinga y sin demora, sabiendo que, como no te actives, te carga la chingada. Por ejemplo:

Si hoy te enteras de que te queda un año de vida porque tienes una enfermedad culera que no hay forma de curar, ¿te ibas a quedar enganchado a las series de Netflix hasta que te sangren los pinches ojos? No, ¿verdad? Te pasaría lo que le pasó al cabrón de Walter White de Breaking Bad… Y estoy segurísimo de que lo conoces, porque desde aquí puedo ver las ojerotas que tienes en los ojos de tanto tiempo que pasas frente a la tele. A todos nos gusta pasarlo bien y dedicar tiempo a lo que nos gusta, pero cuando nada nos apremia, ¿para qué apurar? Ni que se fuera a terminar el mundo mañana.

Tu problema, como el de casi toda la humanidad, es que no tienes claro qué haces y para qué lo haces. Y tampoco tienes claro qué te impulsa a la acción. Es tan fácil como eso. O tan difícil, porque si fuera fácil, no estarías preguntándote cómo puedes dejar de ser un huevón.

Para ir más al grano, que ya me estoy pasando de mamón: si lo que quieres es averiguar cómo dejar de ser un huevón mientras escribes una historia, lo que debes hacer es pensar un poquito más sobre esa historia, si no es mucho pedir y te da hueva también pensar, ya que no escribes.

Piensa, por ejemplo: ¿qué tiene esta pinche historia que estoy contando que me interesa y me atrapa?, ¿por qué quiero escribirla?, ¿qué pasaría si no la escribo?, ¿me puedo morir tranquilo si no escribo esto? 

Halla en tus ideas, en las acciones que componen esa historia en la que supuestamente estás trabajando, las razones que te anclan a ella. Y si te esfuerzas y no encuentras una sola, entonces esa es la causa de tu pereza. ¿Cómo vas a escribir si no te importa un pepino lo que escribes y para qué lo escribes? ¿Cómo escribir nada si no hay una fuerza que te impulse?

A veces, conociendo la raíz de esa fuerza, es suficiente. Y de pronto entiendes por qué chingados haces lo que haces y calculas la importancia vital que puede eso tener en tu vida y las razones por las que deberías ponerte en chinga.

La única forma de procurar que tus proyectos te apasionen, es que te enfrentes a ellos con interés verdadero. Si no te importa y no sabes por qué escribes lo que escribes, ¿qué chingados estás haciendo? ¡Vete a ver otra serie! Si tus ideas no van a trabajar para ti, ve a Netflix y sigue comprando las ideas de otros que sí te estimulan, te entretienen y te interesan. Y sé un huevón gozoso que campa a sus anchas.

Si no, sencillamente escribe. No lo pienses mucho, escribe. No vaya a ser que de tanto pensar te canses y luego te dé pereza.

Si escribes y no te detienes, si escribes y reconoces en tus palabras una fuerza que te mantiene pegado a la escritura, entonces da igual por qué y para qué lo haces. Si ahora no lo sabes, no importa, lo que importa es que escribes. Ya lo sabrás después.

Pero si te propones escribir y de la propuesta no pasas. Y aun buscando razones para escribir no las hallas, entonces deja de hacerte guaje, my friend. Que de esto a la huevonería hay un solo paso. Y más que escritor pareces estrellita marinera. Un pouser que va de escritor, pues.

Más te conviene buscar inspiración en otro lado, allí donde quizá encuentres esa fuerza que te arrojará sobre la hoja en blanco, porque de no hacerlo muy pronto caerás en las garras de Netflix o el increíble y maravilloso algoritmo de YouTube. Y esos cabrones han invertido un chingo de tiempo, de esfuerzo y determinación, sabiendo clarísimo por qué y para qué quieren atraparte. 

Y ya. 

Gracias por confiar tu ignorancia en mi magnanimidad: te ha compensado como ya has podido comprobar. ¡De nada!  

Ahora que, si quieres aprender de verdad, mejor será que reserves una consulta con el Israel Pintor, que no canta malas rancheras. Él me cubre, porque no me llegas al precio. O, ¿me vas a decir que te da hueva?

Y tú, pouser que nomás ves, pero no escribes, si te gusté, deja en los comentarios tus traumitas literarios o escríbeme una carta a doctornarracion@gmail.com para que te dedique una respuesta chingona, que a mí no me da pereza resolverte la vida.

Dr. Narración