Acabo de publicar alegremente que por fin se ha hecho una serie mexicana que no parece telenovela. Y creo que exageré. Publico esto en otra entrada porque no puedo editar la entrada anterior, ni idea de por qué. Cosa de WordPress.
El caso es que La casa de las flores sí parece a ratos una telenovela, pero creo que eso se debe a que algunos actores y actrices no tienen más registros que los de Televisa. Estoy bastante complacido con lo que he visto de la serie hasta ahora, a pesar de que algunas actuaciones impregnan el guión de un tono melodramático que no debería tener.
A través de esta serie vuelve a la televisión Verónica Castro, una figura mítica de la televisión mexicana, internacionalmente conocida por la telenovela Rosa Salvaje, y nacionalmente conocida por ser la mamá de Cristian Castro: cantante pop de los 90. Celebro su vuelta. No la considero una mala actriz, pero la incluyo entre los actores que tienen esas tablas típicas de culebrón.
De hecho creo que la única que se salva y dignifica la serie es Cecilia Suárez. Sin ser la protagonista de la serie ha conseguido interpretar a una de las hijas de la familia con una total maestría. Tiene un timbre de voz inconfundible. Y no hay escena en la que parezca mínimamente desubicada. Estoy disfrutando la serie principalmente por el papel que interpreta Cecilia Suárez: Paulina, la hija mayor de la familia Mora.
Estoy living por algunos de sus diálogos, entre los que puedo destacar:
—Éramos una pareja de lesbianas sin darnos cuenta.
—O aceptas la estrategia de María José o te quedas aquí adentro [la cárcel]. O qué, ¿prefieres que el papirongo ese te meta el dedo? Ahí me saludas al Cacas.
—Pues tú eras mi esposo y yo no sabía que te gustaba ponerte mis tacones y mis vestidos.
—Se lo dices así con tu carita triste. Cómo cuando te dije que se había escapado tu perrito, ¿te acuerdas?
Si no la has visto empiézala ya. Creo que no te va a decepcionar. Y eso, para una serie mexicana, ya es mucho decir. 🇲🇽
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