Llámame…

Me la pasé excelente contigo. Lo confirmé, me gustas… y un chorro. Pero eso no está bien. Puede producir problemas. Y sé perfecto cuál es tu situación actual. No quiero interferir en ella, al menos no de manera negativa. Por eso te pido que no me llames más, al menos no para encontrarnos como hasta ahora lo hemos hecho. Las reglas del juego eran clarísimas y justo ayer, durante nuestras horas furtivas, dejé de respetarlas. Sentí quererte cuando me refugié en tu regazo. Pensé en conquistarte cuando me viste a los ojos.

Eres un ser maravilloso, valdría bien la pena luchar por una persona como tú. Estoy celoso de Jorge. Lo repito, es una lástima haberte conocido ahora, a tres años de relación con quien parece cumplir «casi todas» las características del hombre con quien deseas pasar el resto de tu vida.

Como una excelente Pretty Woman (mujer bonita, como la Robert´s), nunca debí besarte, porque en tus labios encontré mi perdición. Podemos ser amigos del fandango, pero del fandango a la veracruzana, con torito en mano hasta empedarnos de dolor y desamor. O en su defecto, amigos de tragos coquetos en un antro «buena onda», de esos cuates sin pretextos de horas ni chismes de pasillo. Sincerotes.

Aún no me duele decirlo, por eso lo digo. No vuelvas a llamarme para hacer el amor. Porque no lo haré otra vez. No, porque eres tan bueno, complaciente y encabronadamente seductor: de sonrisa inocente, movimientos lentos y mirada certera que, me derretiré de amor en un dos por tres. Y no soportaré otro declive, otra derrota, otro rechazo. Podría amar a alguien como tú con tanta facilidad…

Ahora me siento fuerte para decirlo, aunque suene ególatra. Discurso del pendejo más pedante y subido que jamás hayas conocido. Mejor veme así, y no como el niño inmaduro e inexperto que perdió el control en el juego del sexo. Me quedan dejos de conciencia, todavía puedo alejarme, y lo haré con tranquilidad, sin heridas.

Llámame en cambio si decides cambiar de aires, si un día caes en cuanta: «lo que tengo y comparto con aquél, centro de mi vida, no era lo que siempre he deseado (en todos los aspectos)». Llámame, si necesitas depositar tu humanidad en la mía, y crees encontrar en mí más allá del deseo perentorio de una mañana, tarde o noche de aventura.

Ahora, antes de sentir arrepentimiento me voy.

Tuyo, en la cama un mañanero y una tarde de primavera.

Jun07