Nadie como tú
que cuidaba de nosotros,
que anteponía nuestros sentimientos,
que se quitaba la comida de la boca para dárnosla,
que nos mantuvo lejos del dolor y del sufrimiento.
Daría lo que fuera por sentir tus brazos rodeándome, tus manos acariciándome de verdad y en sueños.
Nadie como tú.

Siento mucho tu pérdida, y espero que tú sientas mucho a tu ángel. Un abrazo.