JAM:
¿Por qué se escriben cartas de amor? Por amor, sin duda. Por que el amor es expresivo, porque los amantes están lejanos, porque quieren acercarse, porque se expresan mejor por escrito que de viva voz, por timidez. Y, también, porque muchos escritores prefieren vivir unos amores distantes, que acaban siendo una mezcla de pasión y prosa.”
Los amores reales están determinados y coloreados por la personalidad de los amantes, la peculiaridad de la situación, los aderezos de la cultura. Son biográficos y temporales. Cada persona tiene que recorrer los caminos del amor a su manera. Ni siquiera esto es exacto: tendrá que reinventar los caminos del amor a su manera.”
¿Qué es el amor? ¿Un deseo, un sentimiento, un modo de vivir? Ante todo, es la aparición inesperada, sorprendente, de una persona que destaca sobre el resto del mundo.
[…]
“Una súbita fascinación. En la fascinación no hay nada más que un objeto gigante en un mundo desierto. Una deliciosa expresión castellana designa muy bien esta confiscación de la mirada: <<al verla se quedó prendado>>, es decir, entregó el corazón en prenda y así estará hasta que consiga recuperarlo. Entre una muchedumbre, puede aparecer un rostro, un cuerpo, una mirada, que anula todo lo demás: <<sobre el seso>>.”
Podríamos decir que este interés, esta fijación de la atención, es aún pre-amorosa. […] El amor es despertado por algún tipo de belleza, que se va haciendo más compleja cuanto más personal es el amor.”
Una persona siente que se ha alterado la estructura de su mundo por la aparición de otra. Hay una alteración de las perspectivas, una drástica selección de los intereses. […] El objeto ha aparecido. ¿Y ahora qué?”
El amor implica siempre alguna actividad, algún afán por el objeto amado. La contemplación no basta. […] Ese objeto fascinante que hemos visto destacarse sobre todo el universo despierta algún tipo de deseo. <<¿Qué es la belleza? —se pregunta Stendhal hablando del amor—. Es una nueva posibilidad de producirnos un deleite. Los deleites difieren en cada individuo y aun suelen ser muy opuestos: esto explica muy bien le hecho de que lo que es bello para un individuo sea feo para otro.>>”
El amor es un deseo, pero ¿de qué? De cercanía, de comunicación, de posesión, de placer. Podría decirse que la calidad del deseo determina la calidad del amor… […] De hecho, la pregunta que debería hacerse todo enamorad@ para aclarar su corazón, no es <<¿qué siento por esa persona?>>, sino <<¿qué deseo de esa persona o qué deseo hacer con esa persona?>>.”
Ese sentimiento infantil, que deriva tal vez de un deseo de ser acogido, incita a los enamorados a hablarse en lenguaje de niños, un lenguaje propio, que desde fuera puede sonar ridículo.”
Resulta que el territorio amoroso tiene dos capitales: el sexo y la ternura, y que ambas se disputan de alguna manera la prioridad, o, cuando la aventura es bienaventurada, la comparten.”
En la actualidad, parece que la invención amorosa apunta hacia una relación entre dos personas mantienen su individualidad, incluso su autonomía, pero redefiniéndose en una relación nueva.
“Éste es el momento de mencionar un deseo esencia de los enamorados: la reciprocidad. El enamorado no es un violador ni un conquistador que centre su interés en conseguir la presa. Se sentiría defraudado si la persona amada le ofreciera sus favores por dinero, por compasión o por deber.”
El amor es una promesa de felicidad. De ahí su enorme atractivo. En el fondo, lo que todos deseamos es ser felices. Pero lo que caracteriza un tipo de amor, y a mí me parece el de mayor calidad, es aquel en que el enamorado considera que la felicidad de la persona amada es un componente esencial de la propia felicidad. Aquí se da de nuevo el descentramiento, porque el enamorado gira alrededor de dos centros, el suyo propio y el de la persona amada. <<Amar es querer el bien para alguien>>, dijo Aristóteles.”
De Maria von Wedemeyer a Dietrich Bonhoeffer [extracto]:
Tienes que ayudarme a saber lo que te hace verdaderamente feliz, porque si tú lo eres, yo también podré serlo.”
De Robert Schumann a Clara Wieck:
Si no tienes el convencimiento de que serás conmigo la mujer más feliz, si no lo tienes, entonces rompe el lazo que nos une; mejor ahora. (…) conserva en el corazón lo que te escribo: La duda es ya casi una infidelidad; la fe, media posesión.”
De Pauline Benda a Alain-Fournier:
Ven, ven, tengo sed de ti, ven a curarme, ven a colmarme de alegría con tu presencia, tu amor, tu cuerpo, tu corazón, y con el espectáculo embriagador de tu placer.”
Leopardi, en Zibaldone y Memorie del primo amore:
La fuerza del deseo que él concibe en ese punto lo aterra por lo que se representa de pronto, si bien confusamente, al pensar en las penas que por ese deseo deberá sufrir; porque el deseo es pena, y el vivísimo y sumo deseo, vivísima y suma pena, y el deseo perpetuo y nunca satisfecho, pena perpetua.
“Si bien cierta neblina de melancolía afectuosa, como la que he sufrido en los últimos días, no es desagradable, y aun deleita sin turbarnos en exceso, no se puede decir lo mismo de esa inquietud y ese deseo y de ese descontento y de ese anhelo y de esa angustia que van con el punto más alto de la pasión, y que nos hacen sentir en todo caso atribulados y míseros.”
…si el amor sólo provoca sentimientos dolorosos, acaba por desaparecer o por convertirse en un apego nostálgico y desesperado.”
Friedrich von Schiller a Charlotte von Lengefeld:
Las dudas que me expones, querida mía, de si serás para mí realmente lo que quisieras ser. Contiene un callado reproche contra mí, a pesar de que sé que no querías hacerme ninguno. No tendrías esa duda si mi amor por ti hubiera tenido una manera de expresarse más calurosa, si hubiera encontrado más palabras que dijeran lo que tú eres para mi corazón. Pero esas dudas se acabarán en ti cuando me conozcas del todo, cuando hayas tomado la suficiente confianza con mi manera de ser para saber con qué lenguaje se expresan mis sentimientos. También mi amor es callado como todo en mi carácter; aprenderás a conocerlo no en un rápido arrebato aislado, sino en el acorde total de mi vida.”
Pedro Salinas escriba a Margarita:
Yo no voy a morir de vacío, lo que me aterraba en mi juventud. He sido conocido por ti, he salido de mí, de mi terrible interior para ser vivido por otro Yo que vive queriendo mucho.”
El deseo se acaba con la satisfacción del deseo. ¿Nos encontraremos, al hablar del amor, con un deseo anómalo, que no se sacia nunca, que renace indefinidamente?
[…]
“Muchas biografías amorosas se parecen a esas historias de escaladores que aspiran a coronar las grandes cumbres y nada más alcanzar una ya están pensando en la próxima.
[…]
“La convivencia plantea problemas que interfieren con el amor.
[…]
“La dificultad de entenderse, de buscar complicidades nuevas, se convierte en un obstáculo insuperable a veces[1].”
JAM:
La introducción de los sentimientos en el sexo parece necesaria para la estabilidad de la pareja, que es necesaria para la supervivencia de los hijos y de los mismos cónyuges. […] Según los antropólogos, establecer un vínculo emocional, por encima de la mera relación sexual, es una invención evolutiva que ha protegido a la humanidad.
[…]
“¿Por qué el amor ha perdido el fulgor poético del inicio? ¿Por qué es tan difícil mantenerlo en situaciones de normalidad? […] La intensidad alegre, ésa es la culminación del amor.”
Conrad Aiken a Clarissa Joan Lorenz:
Empecé a observar todo tipo de detalles de una manera que no lo había hecho durante ocho años. Sólo había una delgada manta en mi cama y pensé: <<Qué divertido sería encontrar otra manta en la cómoda y después contárselo a Joan[2]>>.”
JAM:
La vida amorosa es una peculiar conversación, entablada en variados lenguajes y silencios, y, como ocurre con las buenas conversaciones, puede durar siempre, porque las respuestas animan a nuevas respuestas, en un vaivén sin término.”
Todo amor es una historia. Y toda historia de amor es una gran emoción que quiere encarnarse. Un dinamismo universal que lleva al entrelazamiento de dos biografías. La poesía realiza una estilización falsa al sugerir que en el amor se unen dos cuerpos o dos almas. Son dos personalidades, dos pasados, dos sistemas distintos de deseos y expectativas, los que pretenden unirse, aprovechando el poderoso impulso del enamoramiento. El deseo sexual puede estar en el origen del amor apasionado, pero no debemos confundirnos. Ninguna cultura lo ha hecho. Los griegos tuvieron muchos nombres para designar los diferentes modos del amor, desde Eros, el deseo, hasta Philia, la amistad. Los polinesios tienen una palabra especial —inangaro kino— para denominar al deseo cuando va acompañado de amor romántico. En Kenia distinguen entre el deseo sexual —ashiki— y el amor —pendo—. La diferencia es clara: el deseo es genérico —un sexo desea a otro sexo—, mientras que el amor individualiza su objeto al máximo, porque lo ve como oncomparable e insustituible. Por eso la biografía amorosa es la tensión entre un anhelo general y una circunstancia única. De ahí su complejidad.”
De la misma manera que el afán de pintar o el afán de hacer música ha dado lugar a una amplia variedad de creaciones, la necesidad de saciar el deseo amoroso ha alumbrado formas muy diferentes de conseguirlo. […] El amor apasionado parece tener como gran objetivo la unión permanente con otra persona. […] Ramón Gómez de la Serna respondió con una melancolía avisada: <<Amor es el deseo de hacer eterno lo pasajero>>.”
Morir de amor es bastante fácil, lo que al parecer resulta más difícil es vivir de amor.”
La espera espolea siempre el amor, con tal de que o dure demasiado tiempo.”
Y pasión significa sufrimiento. Hay una tendencia a preferir lo que nos hiere y a exaltar lo que parecía colmar nuestro ideal de vida amrmoniosa.”
De Eloísa para Abelardo:
Dios me es testigo de que, si Augusto, emperador del mundo entero, quisiera honrarme con el matrimonio y me diera la posesión de por vida de toda la tierra, sería para mí más honroso y preferiría ser llamada tu ramera, que su emperatriz.”
De Stendhal a Mathilde Dembowski:
Si tener éxito no dependiera más que de formular un deseo, quisiera conseguiros para mí, y no para ningún otro ser que hubiese fingido ser. Creo que me daría vergüenza y sería el fin de mi felicidad, incluso amado por vos, si albergara cualquier sospecha de que amáis a ese otro yo.”
De Sigmund Freud a Martha Bernays:
…las cosas sólo son importantes si tú las compartes.”
En el silencio que guardo acerca de nuestro amor, te ruego que veas una vez más el síntoma de mi saludable y serena certidumbre de posesión.”
JAM:
Las cartas de Frud me han hecho mencionar la palabra <<proyecto>>. Mis lectores filósofos saben, sin duda, que este concepto ha tenido extraordinaria importancia durante el siglo XX. La libertad consiste en dirigir la propia vida de acuerdo con un proyecto elegido. Nuetzsche había definido al hombre como <<el animal capaz de prometer>>. En las historias de amor apasionado hemos visto con demasiada frecuencia vidas a merced del azar amoroso, más inclinadas a los juramentos emocionados que a los compromisos reales. Además, ¿no son contradictorios el amor y el compromiso? Aparece un nuevo enfrentamiento entre los dos extremos en conflicto —el amor pasión y el amor constante—, que ahora se manifiesta como la tensión entre el <<amor espontáneo>> y el <<compromiso amoroso>>.”
[…]
“Lo que se valora en el amor pasión es la intensidad. Es más importante una intensidad dolorosa que una anestesia confortable.”
[…]
“<<Nosotros sólo hacemos planes para el tiempo en que estemos juntos>>. ¿Cómo influye esta actitud en el amor?”
De Franz Kafka a Milena Jesenska:
Ayer te aconsejé que no me escribieras todos los días, hoy sigo pensando o mismo; sería muy conveniente para ambos, y vuelo a aconsejártelo una vez más, con mayor insistencia todavía; pero por favor, Milena, no me hagas caso y escríbeme todos los días, aunque sea una carta muy breve.”
Uno no se atreve a decirlo, aunque es casi cierto (totalmente cierta la gratitud, hasta cierto punto cierta la felicidad, y nunca cierta la tranquilidad), porque siempre viviré asustado, sobre todo de mí mismo.”
De Milena Jesenska a Maz Brod, sobre Franz Kafka:
Ciertamente todos nosotros somos, en apariencia al menos, capaces de vivir, porque algunas veces nos hemos refugiado en la mentira, o hemos estado ciegos, o entusiasmados, u optimistas, o muy convencidos de algo, o pesimistas o lo que sea. Pero él jamás ha recurrido a un asilo protector, nunca. Es absolutamente incapaz de mentir o de emborracharse. No tiene el más pequeño refugio o la más péquela cobertura. Es como un hombre desnudo entre gente vestida. Pero ni siquiera dice y vive en la verdad. Es un modo de ser en y para sí mismo, exento de todos los añadidos que podrían ayudarle a perfilar su vida en la belleza o en la miseria, poco importaría. Y su ascetismo no es en absoluto heroico —precisamente por esto es más grande y elevado—. Todo <<heroísmo>> es mentira y cobardía. No es un hombre que construya su ascetismo como un medio para llegar a un fin, es un hombre que está obligado al ascetismo por su clarividencia, pureza e incapacidad de adquirir un compromiso.”
JAM:
…<<¿se puede hacer compatible la exaltación amorosa y la vida diaria?>> puede formularse de esta manera: ¿se puede hacer poesía de lo cotidiano? El romanticismo nos dijo que no. En Odas elementales, Neruda no dice que sí. Hay una forma poética de ver la realidad, que nos libera de la rutina real. Una cebolla es siempre una cebolla, pero si la miramos bien encontraremos en ella una novedad interminable:
“Cebolla, /luminosa redoma, /pétalo a pétalo /se formó tu hermosura, /escamas de cristal te acrecentaron /y en el secreto de la tierra oscura /se redondeó tu vientre de rocío.”
Monet veía el reflejo de la luz en ellos, y eso cambia incesantemente. Algo semejante le sucedió a uno de los pensadores más influyentes de la historia moderna, Sören Kierkegaard, que escribió un libro titulado La repetición, preguntándose si era posible hacer una y otra vez las mismas cosas con el mismo fervor o con el mismo entusiasmo.”
Tal vez una de las características del amor es que no se acostumbra, que ve en cada nueva aparición, acto, palabra, del ser amado un nuevo regalo. Tal vez el problema sea que el amor, que aparenta tanta actividad, se hace perezoso, pierde su capacidad inventiva y creadora en cuanto se pasa el primer hervor. La espontaneidad del amor se convierte en una trampa, porque conduce a una pasividad y una creencia en el destino[3].”
De Rilke a Franz Pappus, un joven poeta:
El amor es difícil. El amor es quizás la prueba más difícil que hemos de superar, es el más alto testimonio de nuestra condición: la obra suprema, y todas las demás no son sino preparativos. Es por ello por lo que los seres jóvenes, nuevos para todo, no saben amar: tienen que aprender. Con todas las fuerzas de su ser concentradas en su corazón que late ansioso y solo, aprenden a amar. Todo aprendizaje es tiempo de clausura. Así para el que ama el amor es, durante largo tiempo, solead, soledad cada vez más intensa y profunda. Amar no quiere decir entregarse ciegamente desde el principio. (¿Qué sería la unión de dos seres aún imprecisos, inacabados y dependientes?) El amor es una ocasión única para madurar, para formarse, para convertirse cada uno en un mundo por amor al otro. El amor es exigencia y ambición sin límites, que hace del que ama un elegido. En el amor cuando llega, los jóvenes no deberían ver sino la obligación de trabajar en sí mismos. Perderse en el otro, entregarse, ninguna de estas formas de unión es aún para ellos. Ante todo deben acumular. La entrega del propio ser es la coronación de la obra[4].”
JAM:
Ya no estamos en el carrusel de pasiones, tan divertido, tan emocionante del romanticismo. Ahora el amor no se opone a la estabilidad, se opone a la vocación. Los amantes profesionales que hemos conocido vivían para sus amores, como si no tuvieran otra cosa que hacer. Ahora, el hombre tiene una misión, que no es amar. El amor es un apoyo, algo secundario que no puede tener demasiada importancia. El hombre con una misión quiere ser querido, no quiere querer. Ése es el caso de Rilke. Y esto es muy moderno porque el concepto de <<autorrealización>> va a ser una variante nueva en el terreno amoroso. Cuando la gran tarea del ser humano es <<realizarse>>, el amor toma una nueva forma.”
“Rilke vuelve a Platón. Amar es engendrar en la belleza, crear es la tarea del amor. Pero entonces, paradójicamente, el amor se vuelve solitario, la búsqueda de la propia misión en el mundo. Y, cuando esa misión se manifiesta a través de otra persona, <<sería el amor que estamos preparando con nuestra dura lucha: dos soledades que se protegen, se completan, se limitan y se respetan>>[5].”
No se puede vivir en perpetuo éxtasis porque el éxtasis es, precisamente, una suspensión de la vida. […[ Son episodios de nuestra búsqueda de modos bienaventurados de relacionarnos, y los estudio con la esperanza de que nos permitan aprender a conseguirlos, con la esperanza de que podamos aprender algo que nos permita la perpetuación de la llama imposible.”
Aspiramos simultáneamente a la tranquilidad y a la excitación, a la seguridad y al riesgo, a la novedad y a la repetición, y, en el colmo de la megalomanía, aspiramos a hacer que todo esto sea compatible. No es empresa fácil. Decimos que el amor es irracional, pero necesitamos vivir de acuerdo con la razón. Decimos que el amor arriesga todo a un envite, y sin embargo necesitamos descansar en la seguridad de lo adquirido. Elogiamos la locura amorosa, pero necesitamos vivir cuerdamente.
“Aceptamos que la pasión rompa las normas, pero precisamos normas para convivir. Repetimos que el amor mueve el sol y las estrellas, pero no parece capaz de dirigir una convivencia feliz. Según todos los indicios, es más fácil morir de amor que vivir de él.
“Para comprender algo tan enigmático como el amor apasionado conviene buscar su origen y su destino, es decir, el dinamismo que lo habita. Es ahí donde podemos encontrar la causa de las contradicciones que acabo de señalar.”
[…]
“Convertimos el sexo, que es una función biológica, en sexualidad, que es un ámbito simbólico, afectivo, moral, poético, creador o destructivo. El instinto sexual se sentimentaliza. Se individualiza. Lo que su estado bruto es pulsión genérica —un macho y una hembra— se convierte en deseo concreto de una persona concreta. Ésta es una de las raíces del amor, que recibe en herencia el poder ciego y formidable de una energía biológica.
“Pero esta ampliación del deseo sexual no lo explica todo. Es atracción, es ímpetu, es ansiedad, pero no debemos todavía llamarlo amor, porque puede ser compulsivo, egoísta y cruel. No creo que el amor nazca como una derivación enriquecida de la sexualidad, sino que aparece en el universo con la maternidad. El vínculo de la madre con su criatura tiene las características que nos sirven para definir el amor: es individual —es a su cría a la que se siente vinculada y no a otra—; es generoso, porque necesita de la felicidad del niño para ser feliz; también es egocéntrico, porque es su propia felicidad la que busca a través de la felicidad de otro, no se trata de un sacrificio martirial; y, por último, es activo, porque su amor le impulsa a la madre a cuidar del hijo. […] ¿Pero quién ha dicho que necesitar a alguien para sobrevivir es amarlo?
[…]
“Tenemos, pues dos raíces del amor humano, que puede darse por separado pero que estamos intentando unificar, en una de las más colosales aventuras vividas por nuestra especie: el sexo y la ternura. Un deseo encaminado al placer se hibrida con un deseo dirigido a la felicidad de otra persona y a su cuidado. Sin duda, pueden existir los dos por separado. Puede haber un amor que sea puro deseo, y un amor que sea pura ternura. Pero cuando estamos hablando de la figura perfecta del amor romántico, erótico, de pareja, conyugal o como quieran llamarlo, estamos hablando de la milagrosa unión de ambos aspectos.
[…]
“El problema surge porque convertimos en fin lo que sólo es un medio, o, para decirlo con más precisión, un inicio. El amor pasión es un estado inicial, que deseamos convertir en permanente. Que algo sea <<inicio>> significa que tiene que permanecer, pero cambiando. Una semilla germinada es el inicio del árbol. El amor es una energía que al cambiar, permanece. Lo que ocurre con frecuencia es que el estado inicial es tan intenso, tan embriagador, que desearíamos quedarnos en él. […] El amor pasión es la energía amorosa en estado puro, antes de empezar a trabajar. Es cierto que en plena exaltación se encuentra dispuesto a todo, se ofrenda, se entrega, se aniquila. […] Los amantes son capaces de abandonar cualquier cosa, se vuelven absorbentes, porque como son capaces de prescindir de todo, salvo de su amor, exigen a la persona amada una oblación semejante. Esto supone poner entre paréntesis el resto de la realidad.
[…]
¿Y no podría esa pasión convertirse en la energía para una vida amorosa, en la que la intensidad sustituyera a la excitación, la serenidad a la inquietud, la confianza a la incertidumbre? Sería prolongar el amor con las obras del amor, o, como m gusta decir, con una <<poética de la acción>>.
[…]
“El amor pasión puede sufrir el complejo de Peter Pan: no quiere crecer. Es un estado inicial que carece de proyecto. Aspira a eternizarse sin hacer nada. A pesar de su aparente hiperactividad —es inquieto, nervioso, ciclotímico, agitado, insomne—, su actitud vital es pasiva o enajenada, que es otro tipo de pasividad. Por eso los enamorados se sienten esclavos y hablan tanto de que el objeto de su amor es su dueño. Un sujeto se siente estremecido sin saber por qué. No es libre de enamorarse o no enamorarse. Y, además, no quisiera hacer nada, sino estar unido al objeto de su amor. La quietud es su aspiración.
“Convertir el amor pasión en vida amorosa es convertir un estado en un proyecto. Es hacerlo <<diligente>>, palabra que deriva del latín diligo, que significa <<amar>>. Hemos de volver al viejo Platón: <<Amar es crear en la belleza[6]>>.
“Estamos, sin duda, muy lejos de la barrera del animal en celo. Pero es en este punto donde aparece con más agudeza la gravedad del problema. Lo difícil es la invención y la realización de un proyecto. Es fácil la unificación emocional, es decir, que dos personas en un momento determinado sientan unánimes el mismo sentimiento: alegría, dolor, placer, entusiasmo, amor. Lo que es difícil es unificar dos vidas, dos caracteres, dos proyectos distintos e independientes hasta ese momento, dos comportamientos. ¿Cómo hacerlo? Sin duda, aprovechando la energía del enamoramiento. Pero el enamoramiento es loco o ciego o irresponsable, luego no está capacitado para elaborar o realizar un proyecto. A lo largo de la historia se ha intentado resolver la cuestión proponiendo proyectos elaborados, casi institucionalizados: el matrimonio, por ejemplo. Pero en la actualidad no existen esos modelos. Cada cual tiene que hacérselos a medida, en una especie de bricolaje sentimental. Todo tipo de parejas, abiertas o cerradas, homo o hetero, compartidas o exclusivas, están a su disposición. No existen normas morales claras que hagan previsibles los comportamientos. La precariedad contamina todas las relaciones, provocando una desesperanza o un fácil desistimiento. La búsqueda de la realización personal sitúa en segundo plano todas las relaciones. Cunde la idea de que nada que se haga por amor debe costar trabajo, lo que es falso; o de que nada que se haga por compromiso es compatible con el amor, lo cual lleva a no comprometerse nunca. Pese a lo cual, los humanos seguimos pensando que las relaciones amorosas son el camino más seguro a la felicidad, aunque desconfiemos de alcanzarlas. El siglo XX ha acuñado el eslogan sartriano <<el infierno son los otros<<, que leva a vivir en soledad y a la defensiva.
“Tal vez estemos oyendo demasiadas historias de fracasos. […] Por eso me parece importante reivindicar las vidas amorosas felices. Son complejas obras de arte dignas de admiración. La pasión amorosa se prolonga en una sabiduría amorosa, encargada de convertir en vida lo que hasta ese instante era sólo sentimiento. Se trata, huelga decirlo, de un saber necesario y difícil, […] pero que merecería ser emprendido. Deberíamos tomarnos en serio el aprendizaje del amor. Nos serviría para aprovechar muchas oportunidades, y eludir muchas desdichas.”
Notas al pie de Israel Pintor. Título completo del libro: Palabras de amor. Un tratado de los sentimientos a través de las más intensas cartas de amor de todos los tiempos
[1] A veces. O sea que no es un obstáculo perpetuo.
[2] Exacto. Vivir en la belleza de los pequeños detalles que hacen la vida valiosa (parafraseando a Platón).
[3] Sí, quizá. El problema es, que para llegar a este punto, primero hay, desbordado e intenso, que reconocerse amante o amado. Así luego, tal vez, habré de emprender la carrera de resistencia y ver, como Monet, las luces de los nenúfares.
[4] ¿Y cuánto hace falta experimentar, cuándo hemos dejado de ser jóvenes (y por lo tanto nuevos para todo) para <<realmente>> amar? Conozco varios cuarentones incapaces (no sólo de amar, sino también de pensar), en cambio yo, que no supero el primer cuarto de mi vida, vivo el amor en cada letra, en cada respiro.
[5] Amor egoísta. Ámame, sólo cuando todavía no brille. Y cuando me tomen fotografías, ¡eclípsate! ¡Jodida modernidad! Narcisismo de veinticuatro quilates. Sería válido, en todo caso, si esa decisión jamás afectara al ser amado. Si no tuviésemos ya al amor detrás, delante, arriba, abajo, única y exclusivamente porque le dimos entrada; y claro, le dimos entrada por ególatras.
Válido si dos soledades se encuentran luego de haberse concentrado, primero, en la realización personal. Culero si el entendido se usa como justificación para levantar el dedo índice ante el ser amado y advertir: cuando vengan a pedirme un autógrafo, desparece.
Quien ha tenido una historia amorosa como la de Rilke, no puede, sin muchísima vergüenza, de buenas a primeras citar a Platón.
Cuando el discurso contradice la acción, se vive en el error, en la absoluta soledad. En el tipo de soledad que se sacia consigo misma y no “prepara” su encuentro con ninguna otra para amarla, mucho menos respetarla. En todo caso, siguiendo la lógica rilkiana, si una soledad de ese tipo tropieza con el entusiasmo amoroso de algún despistado, no hará más que limitarla, condicionarla, exigirle libertad y aplausos. Ahí está Sartre y Simone de Beauvoir; Hannah Arendt y Heidegger. ¿Qué tiene lo femenino que siempre es más? Más trasparente, más honesto, más más…
Y si me pongo analítico, este afecto, consecuencia del encuentro entre una soledad del tipo culera (o sea del tipo rilkiana) y otra del tipo amante apasionado (que, para joder más la cosa, admira terriblemente al culero del que se enamoró: por ejemplo los casos antes citados de Beauvoir y Arendt), no puede ser otra cosa que machismo disfrazado.
[6] A esto se le llama una cita decente de Platón. No a las confianzas de Rilke.
Todo un ejercicio de Vouyerismo. Para mi el mejor pensador en masculino que tenemos en habla hispana. Te recomiendo “Las arquitecturas del deseo” .felicitarte por tu blog