Recado a la deriva

Estos días he pensado en ti: en tus ojos tristes, tus labios rosas y húmedos, tu forje tibio y actitud ¿despreocupada?

Una contradicción me inunda: contigo quiero compartir mi tiempo, conocerte más deseo, besarte horas anhelo y, la distancia es el más grande obstáculo ¿Es el único?

Hoy, desperté de un sueño obseso en donde arrancabas mis ganas con la punta de tu lengua y susurrabas secretos en mi obligo mientras salía de tu boca un soplo de esperanza.

Y del sueño quedé sorprendido, aturdido. Mi fetiche era tu boca, y casi lo es desde el primer beso. Tu boca, tu boca, tu bendita boca rosa y suave, mojada.

Descaradas, mis letras llegarán a ti, dejando una estela perceptible de seducción. Tus ojos pasaran inquietos encima de cada una, y dejará correr tu sangre un escalofrío de ansiedad.

Te deseo, y quisiera de ti salieran las más perversas propuestas. Y no salen. Por eso helas aquí, a flor de piel, echadas en cara, obscenamente frescas y cariñosas. Llámame para tenerme entre tus brazos, besarme los labios tembeleques y hacerme el amor sin prisa y con pasión animal.

Inocentemente pienso, ya lo has hecho, de tal modo que sabes los movimientos justos y las miradas comprometidas; para después perdernos en la incertidumbre del futuro: ¿y ahora qué sigue? Seguirá o no, así es este juego.

Te ofrezco seriedad y diversión, ardor y religión, libertad y sentencia. Hasta la complacencia por ser tu cómplice; sólo por andar contigo, en secreto o no, para hacerte feliz.

Sep07