Euphoria se ha convertido ya en la mejor serie sobre adolescentes que he visto en toda mi vida. Es una obra maestra de la narrativa audiovisual, una mezcla deliciosa de talentos multidisciplinares. Es real, no realista. Es meta, es rompedora, tiene personajes grandiosos, las actuaciones son de diez y trata tropecientos temas de actualidad que son tremendamente complejos, de una forma aparentemente tan sencilla, que permite al espectador adentrarse en la reflexión de las diversas problemáticas que enfrentan los adolescentes del siglo XXI.