¿Por qué la vanidad limita tu talento literario?

¡Salseo! Les cuento la experiencia que tuve con una mujer que me llamó preguntando por un Coach literario y asumiendo que yo no era uno, pero podía contactarle con uno. La experiencia me dejó reflexionando profundamente sobre el papel del ego y la vanidad en la vida de un escritor. Decidí compartirla contigo, no solo para hacer catarsis, sino para ilustrar lo importante que es acercarse al aprendizaje de la creación literaria con humildad y apertura.

La llamada que lo inició todo

Recibí una llamada de una mujer interesada en mis servicios como coach literario. Su tono era altivo desde el inicio. Me explicó que había encontrado uno de mis carteles en Sevilla y que necesitaba ayuda para convertir su novela “maravillosa” en un producto que las editoriales quisieran publicar. Hasta aquí todo parecía normal, pero pronto me di cuenta de que, más que buscar orientación, esta persona quería imponer sus ideas.

Con una actitud de superioridad, me contó que había consultado a varios talleres y coaches literarios, criticando a todos de manera peyorativa. No conocía mi trabajo, pero ya dudaba de mi capacidad para ayudarla. A pesar de esto, intenté explicarle mi método de trabajo: evaluar la historia de manera oral, identificar posibles problemas y, si la narrativa estaba bien construida, pasar a una revisión más detallada del texto escrito. Sin embargo, sus prejuicios y su necesidad de autovalidación hacían imposible que escuchara.

El problema del ego

La conversación llegó a un punto crítico cuando me acusó de querer juzgar su talento basándome en un resumen oral de su obra. Aclaremos algo: como coach literario, mi trabajo no es juzgar si alguien es bueno o malo, sino identificar los aspectos que pueden mejorarse. Sin embargo, esta persona no estaba dispuesta a aceptar que necesitar ayuda ni a confiar en mi experiencia.

Esto me llevó a reflexionar sobre el papel del ego en el proceso creativo. Muchas veces, el miedo a ser juzgados nos lleva a levantar barreras, a mostrarnos altivos o a despreciar la ayuda de otros. Pero el ego no es un buen compañero para quienes buscan crecer. Cuando nos acercamos a un profesional, ya sea un coach literario, un médico o un mecánico, necesitamos confiar en su criterio y estar dispuestos a escuchar.

Aprender a ser humilde

La humildad es clave para cualquier proceso de aprendizaje. No importa cuántos libros hayas escrito, cuántos premios hayas ganado o cuántos títulos tengas. Siempre hay algo nuevo que aprender. Reconocer nuestras carencias no nos hace menos; al contrario, nos permite crecer y fortalecer nuestras habilidades.

Lo que más me impresionó de esta experiencia fue la resistencia de esta persona a considerar que podría estar equivocada. Quiso imponer sus términos y rechazó cualquier sugerencia que no encajara con sus ideas preconcebidas. Al final, terminó la llamada abruptamente, convencida de que mi método no era para ella.

La importancia de la actitud

En contraste, poco después recibí un mensaje de otro aspirante a escritor. Su actitud era completamente diferente: abierta, curiosa, con ganas de aprender y mejorar. Esto me recordó que, en el mundo literario, la actitud lo es todo. No importa si tienes un talento innato o si has trabajado durante años; sin una actitud receptiva y humilde, te cerrarás las puertas a oportunidades valiosas.

Reflexión final

Escribir es un oficio complejo que requiere paciencia, dedicación y, sobre todo, apertura. Si te acercas a un profesional para pedir ayuda, hazlo con respeto y confianza. Reconoce que, aunque seas talentoso, siempre hay algo que aprender. Baja un par de rayitas a tu ego y permite que la experiencia de otros te guíe.

¿Dudas? Déjame un comentario, los leo y respondo a todos. ¡Dale!

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