Si sabes contar una historia en unas cuantas líneas, podrás contarla también en trescientas páginas. Una de las habilidades que necesita cualquier escritor es saber resumir al máximo lo que cuenta la historia que pretende convertir en una obra de arte literaria. A muchos de mis alumnos esto les resulta muy difícil, a pesar de que no sea extraño encontrar una sinopsis detrás de cualquier libro o ver el trailer de una película para decidir si queremos verla o no. Los resúmenes extremos en creación literaria son muy necesarios, así que te voy a poner a practicarlos.
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Créate el hábito de escribir
Todos los alumnos que han pasado por mi aula, más temprano que tarde, manifiestan preocuparse porque no tienen aún el hábito de escribir a menudo, lo que va en contra de sus planes y sueños de convertirse en escritores o escritoras. De modo que el ejercicio que te propongo hoy busca que puedas crearte el hábito de escribir. Realiza este ejercicio de escritura y rompe de una vez por todas con esa desidia que te impide ponerte las pilas.
Una historia con lógica causal
Para que una historia sea buena tiene que ser creíble, o sea, verosímil. Y para que sea verosímil, los hechos de la historia deben sucederse, uno detrás de otro, sujetos bajo una lógica aplastante que produzca la sensación de que eso y no otra cosa es lo que debía suceder, de modo que al conocerla, nos creamos todo. De eso va el ejercicio de hoy, de la lógica que hace de pegamento entre hecho y hecho. Hoy te propongo escribir una historia con lógica causal.
Describe una naranja
A menudo mis alumnos me dicen cosas como: «se me acaban las palabras», «ya no sé qué más contar», «quisiera poder decir cosas bonitas, pero no sé cómo». Una de las razones por las que me dicen cosas así, es que tienen poca práctica dejando fluir sus ideas para construir imágenes, otra razón es la poca capacidad que tienen para mirar desde su muy particular perspectiva. Existe un ejercicio que busca ayudarte a combatir esos problemas, mejorar tu habilidad para observar y utilizar el lenguaje. Es un reto interesante: describir una naranja en al menos dos páginas.
¿Pensar tanto no es bueno?
Dubitativo y hambriento, quienes me conocen saben que ese es mi estado natural. Para mí pensar y comer son dos verbos de suma importancia. Mis pantalones me lo reclaman y mis letras me lo agradecen. Quizá el tercero de esos verbos importantes en mi vida sea leer, lo que justifica que me dedique a la literatura; aunque dormir y formar a nuevos escritores, se pelean por el cuarto lugar en el podio de los verbos de suma importancia en mi vida.
Sea como sea, mis actividades en general están condicionadas por lo que pienso y por la cantidad de hambre que tengo. Y esto es jodido, porque aunque puedo y lo gozo, no debo comer todo el día; y aunque me gusta y no concibo mi vida sin el pensamiento, también es verdad que no pocas veces he sido víctima de mi propia mente atolondrara por los pensamientos que yo mismo produzco. Y sobre eso quiero hablar hoy.