Yo creía querer una relación perfecta. Creía en el amor eterno. Como quien fue bombardeado desde la infancia por el cine romántico y las telenovelas de cable en los noventa. Antes de saber cómo afeitarme, ya anhelaba una morocha perfecta de cutis impecable y ojos seductores, una madre bien peinada para mis hijos. A eso, sumemos que mis padres, ambos catequistas, seguían casados después de treinta años juntos (y lo siguen al día de hoy). La mayoría de los padres de mis compañeros de curso estaban divorciados. Ambas cosas tendrían que haberme dicho algo sobre las bajas probabilidades de un matrimonio perdurable, pero yo estaba sordo y ciego en mi burbuja. Si mis padres y las parejas de la tele podían, yo también podía. Era lo único que necesitaba saber. […]

Cuando una es chica le llevan de aquí para allá y ni le preguntan nada a una. Como cuando el cumpleaños de la Antonella. Ese cumpleaños fue raro. Partiendo por el hecho de que yo no era amiga de la Antonella, pero igual me llegó invitación […]

¿Conoces a Horacio Quiroga? Si eres un letraherido como la mayoría de los tallerícolas suscritos al canal probablemente sí, incluso lo has leído. Pero quizá no conozcas algunos acontecimientos importantes de su vida, que dan origen a sus obras y permiten al autor convertirse, quizá, en el segundo mejor exponerte del cuento moderno, después de Edgar Allan Poe, pero sin duda en uno de sus más importantes representantes. Hoy te cuento parte de su historia y comparto su gran Decálogo del perfecto cuentista.

No pocas veces me ha tocado escuchar, sobre todo a personas que se mantienen distantes al arte y que no comprenden su función, que la lectura de cuentos o novelas es básicamente un entretenimiento y que sirve para evadirse de la realidad.

Cuando he llegado a escucharlo me siento profundamente incomprendido y por eso pienso que es necesario, hoy más que nunca, que estamos rodeados de múltiples formas de consumo de historias, entender para qué sirve leer ficción a través de cuentos y novelas. Porque no, no sólo es una actividad para el entretenimiento y la evasión, que puede ser, pero no sólo es eso. Es más, muchísimo más.