⌛️ El tiempo narrativo, también es relativo

Una trama no puede ser más diferente que la vida real. Y sobre todo se diferencia por la manipulación del tiempo que ejercemos sobre ella. Una novela de más de 400 páginas puede relatarnos la vida de varias generaciones, como en La casa de los espíritus de Isabel Allende, o en Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; o suceder en tan sólo un día, como en Ulises, de James Joyce. Es decir, el tiempo narrativo, también es relativo.

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Los escritores seleccionamos una serie de escenas significativas que muestren al lector la historia que queremos contarle y le hagan comprenderla. Sobra lo anecdótico, lo que no aporta nada a nuestra historia y estamos obligados a eliminar. A pesar de que en muchas ocasiones sean las páginas mejor escritas, no queda otro remedio que sacrificarlas en la corrección, llegado el caso (ya nos ocuparemos de este tema más adelante). Es como cortarse un brazo. Debemos amputárnoslo, a pesar de lo mucho que nos duela —a nadie le gusta perder su brazo—, pero si no se gangrenará todo el cuerpo. 

En el cine todavía es más dramático. Algunos de los planos que más ha costado rodar en términos de tiempo, esfuerzo y, sobre todo, dinero, luego no funcionan cuando uno llega a la posporoducción de la sala de montaje. Sacan al espectador de la cinta, a pesar de estar previstos en el guión. Ningún director ni ningún productor se empeñan en mantenerlos por la simple justificación del dinero que supuso grabarlos. Hacerlo sería dar al traste con la película y tirar todavía más horas y dinero.

Volvamos a la manipulación del tiempo y a la selección de escenas. En la ficción, contraemos y dilatamos el tiempo.

Elipsis narrativa

Todas las historias están plagadas de elipsis, esos mordiscos que practicamos en los acontecimientos que no son útiles. Sin embargo, muchos aspirantes a escritores son timoratos a la hora de realizar una elipsis obvia. Temen que el lector no les entienda o no saben cómo transitar de una escena a otra sin necesidad de narrar lo que sucede en medio de ellas. Lo que consiguen es aburrir, narrando acontecimientos que son totalmente prescindibles dentro de sus historias.

Debes confiar en el lector. Está tan acostumbrado como tú a leer, ver cine, ir al teatro, etc. Si no que se lo digan a Kubrick. ¿Recuerdas el primer plano de la película 2001: una odisea en el espacio? Dos hombres prehistóricos se pelean con un hueso que a cámara lenta por el aire se va transformando en una nave espacial. Quizá sea la elipsis más brutal de la narrativa. Se ha comido unos cuantos cientos de miles de años, ¿no crees? Pero los espectadores no tenemos problema en captar lo que quiere transmitir.

Estirando el tiempo

Aunque generalmente acortamos el tiempo, a veces también lo estiramos, lo dilatamos. Hacemos que transcurra más lento de lo que en realidad hubiese transcurrido en la vida real.

Estiramos el tiempo principalmente en los momentos de crisis, angustia, soledad o tristeza… Densificando el tiempo, conseguimos que del lector viva ese instante con más intensidad y se detenga en las emociones que sienten los personajes.

¿Hay orden en el caos?

La estructura de una trama no es más que un armario donde colgar las partes de nuestra historia, como mejor creamos conveniente.

En la vida real todo sucede de manera lineal. Pero en la ficción presentaremos los acontecimientos en el orden que mejor convenga para dar a conocer la historia, para generar tensión, intriga y sorprender. No siempre el orden secuencial de los hechos es el más adecuado, desde el punto de vista narrativo. Aunque al ser natural, el propio de la realidad, ayuda a producir la sensación de que la ficción podría ser real.

Los escritores hacemos saltos en el tiempo y el espacio. Serás tú quien decida el orden en el que narrarás tu historia, pero ten en cuenta que, decidas lo que decidas, habrás de producir tensión, intriga y sorpresa al lector.

Te propongo hacer un ejercicio

Inspírate en algún acontecimiento crítico de tu vida. Céntrate en el hecho específico que, en su momento, pudo producirte tristeza, angustia, dolor, etc. 

Lo más probable es que se trate de un hecho breve, quizá súbito. Duraría poco, ¿no? Quiero que te centres en el momento exacto en el que las emociones te invadieron, no en el conjunto de hechos previos o posteriores. 

Reconoce la concreción del acontecimiento crítico y da cuenta de él estirando el tiempo. Escribe una historia con todos sus avíos. Asegúrate de que tenga un planteamiento, un desarrollo y un desenlace.

En la ficción el hecho no dudará más de lo que duró en la vida real. El lector entenderá que lo sucedido fue breve, pero se enfrentará al hecho a detalle, con especial énfasis en las emociones, tal y como tú lo experimentaste todo. Dilata el tiempo, estíralo como chicle.

Empieza por escribir en apenas una frase el hecho exacto y las emociones que te produjo. Parte de ahí para escribir un texto de al menos dos o tres páginas.

Al terminar busca el apartado Ejercicios de escritura en la página de inicio de mi web y reserva una clase conmigo para evaluar tu práctica.

¿A qué otros problemas te enfrentas cuando te propones escribir? Déjame un comentario y cuéntame. Los leo y respondo todos.

FUENTE: El arte de escribir. Manual de escritura creativa, David Vicente (Berenice, 2017)